lunes, mayo 23, 2011

ALL BOYS // El sueño eterno


Hace un año All Boys conseguía el logro más inesperado y más rotundo de su desparejo derrotero deportivo. El 23 de Mayo de 2010 será recordado como uno de los muchos días felices de este club, tal vez el más feliz, aunque la vida siempre tiene reservadas sorpresas de las buenas y de las otras, no solo en el fútbol sino en temas verdaderamente importantes que nos atraviesan y dependen de nosotros para padecerlos, resolverlos o enfrentarlos.No obstante, los clubes constituyen reservorios afectivos fpmfr muchos hinchas depositan desmedidas esperanzas y energías, lo cual no está bien ni mal, apenas es un dato que revela las profundas implicancias culturales y sociales del fútbol en este país, y la caída o extinción de otros espacios capaces de moldear fuertes y orgullosas identidades.

Dicho esto, desde hace años vienen creciendo valiosos  aportes de los hinchas para afianzar el vínculo con su institución de referencia, silenciosos en la mayoría de los casos, ninguneados en otros desde ámbitos internos o externos, pero existentes y con un valor agregado: contribuir a fortalcerlo participando, debatiendo y proyectando iniciativas no sujetas a intereses de lucro ni motivadas por las engañosas placas del triunfo. Un ejemplo es el libro La Ilusión de Floresta, un conjunto de relatos, historias y cuentos elaborados por socios e hinchas de All Boys ( impulsado por Fernando Kosiner y Fernando García) cuyo objetivo no fue otro que dar testimonio de las particularidades, angustias, alegrías y sueños de un club barrial que gana cada tanto y declinó y se autotorturó y se repuso a distintos infortunios. Muchas de estas imágenes están condensadas en una humilde y laboriosa obra que, ascenso al margen, se debía All Boys dado la escasa bibliografía publicada y el abundante material disperso en borradores, sitios web, recortes de diarios. Obra con dos elementos adicionales, además: una escritura caliente, surgida del fragor de un gran acontecimiento, y el hecho de destinar en su totalidad los posibles réditos ecónomicos a mejorar el fútbol infantil, gesto que expresa la voluntad de dirigentes, socios e hinchas en trabajar colectivamente para el crecimiento de la institución.Sin esa unidad para apuntalar proyectos y objetivos, respaldados por la responsabilidad de los directivos y el entendimiento de los jugadores de lo que implica vestir la camiseta blanca y negra, el cuadro de Floresta no hubiese concretado 2 ascensos en 3 años, un factor decisivo -reiteramos- con miras encarar el último tramo de un torneo con emociones, sufrimientos y algunas decisiones evitables que terminan, generalmente, en perjudiciales derrotas.




El partido con Newell's -en el regreso a Rosario, escenario del triunfo que recorre las páginas del citado libro-, generaba expectativas y temores por igual. Por un lado, porque el cuadro leproso arrastraba una prolongada racha negativa en los resultados y en el juego, por otro, porque nada fue, es, ni será fácil para All Boys, equipo modesto, corajudo y extraño que consiguió salvarse del descenso directo pero no de la conflictiva e infartante promoción. Lamentablemente, Newell's volvió al triunfo tras 8 fechas por mérito propio, desde ya, aunque favorecido por determinaciones que no se ajustan a la trayectoria reciente del conjunto de José Romero. Una de ellas fue no incluir siquiera en el banco a Agustín Torassa, algo incomprensible que de tan injusto repercute en los resultados debido a alguna causa misteriosa. Las otras ya han sido apuntadas: jugadores que no están a la altura de All Boys y conspiran contra los esfuerzos de los referentes, ya sea fastidiándolos desde un altruismo ajeno a Floresta, o lisa y llanamente retaceando la llamada actitud, una de las claves de la caída en Rosario.



Pese a esto, sobran razones para festejar y mirar con optimismo el futuro. Estar en Primera, haber acumulado ruidosos triunfos, reencontrarse unidos con los afectos y enfrentar las adversidades con garra y corazón, son estímulos que trascienden a una derrota. Plasmada en un libro, allí está parte de la historia blanca y negra. Sería saludable, a 1 año de aquella victoria acaso irrepetible, reparar en los sentimientos que inspiran esta publicación para entender las razones de la celebración, la ansiedad inmanejable de estas horas y lo peculiar de un club donde la pasión, la honestidad y la gratitud son premisas innegociables. Como adelanta la obra en su comienzo, "un agradecimiento  a los jugadores, al cuerpo técnico, a los dirigentes, a los hinchas. Y sobre todo, a aquellos padres, hermanos, amigos o parientes que un día nos dijeron '¿Venís a ver a All Boys' ". Ni más ni menos que eso.

P.P.

3 comentarios:

Matias LR dijo...

Hermosa nota. Tu amor por Torassa se esta emparentando al de Fantino por Bastia (?)

Seba dijo...

Gran nota, Pablo. La voluntad de ser mejores como club, las tardes y noches en las que me fui arrastrando la angustia hasta el llanto por un resultado adverso, el tablón, después el cemento, el crecimiento, la unión que hace la fuerza y el sufrimiento, todo eso que viví como hincha de Lanús me emparenta con las líneas que le dedicas a este momento histórico del albo.
Por eso, como bien decís, vale el libro por el solo hecho de que deja sentado a quien quiera leer la historia. Poco entienden lo que significa ser de un equipo chico, donde la historia se construye día a día y los socios, dirigentes e hinchas somos parte fundamental.
Abrazo.

TPP dijo...

Seba, hermano,ahora me emocionás vos.
Gracias. Abrazo grande.