lunes, febrero 21, 2011

ALL BOYS // Desafíos mayores


Los ecos de una semana difícil para All Boys, con acusaciones cruzadas y protagonismo central en la extendida red de medios audiovisuales que nutren la agenda futbolística, hizo que el encuentro ante Vélez tomara dimensión de duelo picante y muy esperado, especialmente para el cuadro de Floresta, cuestiones de internismo barrabrava de lado. Y vaya si el conjunto de José Romero respondió a las expectativas y las exigencias del reto cuyas conclusiones son positivas en varios órdenes, si se repara en que se le ganó a un rival de notable jerarquía, candidato de cuanto torneo participe debido a sus constantes progresos institucionales y en el hecho de que, por fin, All Boys sumó su primer triunfo de visitante en Primera después de tres larguísimas décadas (el último había sido en 1980, ante Quilmes, con gol del Ruso Brailovsky).

Resulta evidente, en sintonía con la efémeride, que pasaron cosas en el transcurso de 30 años para derrotar nuevamente a un rival de jerarquía, en su cancha, y con un juego convicente. Es decir, algo viene haciendo bien All Boys con su historia de negaciones y estigmas tendientes a revertirlos y lograr, en menos de un año, triunfos de semejante envergadura. Que no alcanzan, desde luego, para asegurar la categoría, al cabo el sistema de puntuación no otorga más unidades según el porte del oponente, pero sí dejan un recuerdo, una mueca transitoria de alegría, una instántanea para compartir cuando esa historia diga que una noche de verano, inesperadamente, All Boys le ganó en las tribunas y en la cancha a uno de los dos mejores equipos del momento, rival observado de lejos en los tiempos de visitar Adrogué o Ezeiza.





Del partido se aguardaba el lógico dominio de Vélez pese a la ausencia de nombres importantes en su alineación titular. Aunque también cobraba interés la respuesta del cuadro de José Romero, anímica y futbolística, luego de un debut deslucido y violento que alteró la calma del club, obligó al entrenador a saludables replanteos y dejó, por lo menos para este espacio, la sensación de que algunas decisiones adoptadas por la comisión directiva y el cuerpo técnico merecen consignarse dado que no es justo, por procedencia y contracción al trabajo, que Cristian Fabbiani reciba distintas consideraciones que Agustín Torassa, sigue sin comprenderse bien el fichaje de un Ortega abandonado a una suerte que no es solo la propia, y parece prioritario retornar a la tarea silenciosa y sin tanto revuelo en derredor, apartada de lógicas mediáticas dañinas. Más todavía: sonó y suena exagerada la defensa encriptada de Hugo Barrientos sin interrogarse sobre las conductas del jugador y el estilo de número 5 que representaba Darío Stefanatto, uno de los mejores de All Boys en toda su historia.

Todos estos elementos presagiaban, como así ocurrió, un partido áspero e importante para sacar conclusiones, donde All Boys supo ganarlo a partir del compromiso colectivo, un rasgo conocido que distingue y fortalece al equipo, y de la aparición determinante de Sebastián Grazzini, recuperado tras su flojo desempeño ante Racing, autor de dos verdaderos golazos que contaron con el aporte de Fabbiani, astuto para jugar e imponerse en el roce físico dada la imponencia de su cuerpo. Hubo, en ese sentido, cambios en el juego respecto del debut, por la disposición y la mentalidad de cómo encarar el duelo, no obstante se terminó sufriendo por dos expulsiones evitables menos por el desarrollo del partido que por alimentar la engañosa mirada de algunos que ven en All Boys características de equipo violento. La resonante victoria, además, arroja una lectura adicional ya que el cuadro de Romero crece cuando se convence de que hay un estilo para defender, basado en la solidaridad y el esfuerzo conjunto, cuya eficacia y cualidades demandan gestos y responsabilidad para no sabotearlo con actitudes impropias para este ciclo o posturas irreflexivas sobre aquello que no se hizo bien. Un buen índicio lo ofrece, una vez más, Pepe Romero, quien entre semana hizo una autocrítica del nivel exhibido ante Racing.

De cara al choque con Boca, uno de los tantos partidos díficiles que presenta el campeonato, muy cuesta arriba por las calidades del adversario y el escenario de la contienda, es de esperar mantener ese estilo, reconocerse en los valores humanos y fútbolísticos de este proceso que, necesariamente, hay que revalidar cada semana, con resultados pero también con el ejemplo. Pasaron 30 años para tener otra oportunidad de afirmarse en lo mejor de este club: su humildad, su coraje para enfrentar adversidades y la ilusión de dejar una huella en la biografía grande del fútbol argentino. Dejar pasar ese tren por propios errores, muchos de ellos remediables, sería retornar a ese pasado de estigmas permanentes que son parte de la historia de All Boys pero también un alimento para transformarse y crecer, el desafío más difícil de todos.

P.P.

No hay comentarios.: