miércoles, septiembre 14, 2011

FÚTBOL ARGENTINO // Altas defensas


Seis fechas no son medida para caer en juicios definitivos o categóricos. Menos en estos torneos cortos, casi relámpagos, cuyos desarrollos cambiantes e imprevisibles eximen de responder a algún tipo de lógica. Pero sí habilitan análisis sobre el juego y sus derivados, presunciones apenas, sobre un campeonato como la Primera División que presenta particularidades en varios planos conexos. Se advierte, por ejemplo, el esperado retorno de algunos grandes a la disputa seria, Boca y Racing, y la continuidad de equipos fieles a un proyecto impermeable a los malos resultados, Lanús y Godoy Cruz, posibles candidatos a llevarse un certamen que comparte, como nunca antes, la atención del ambiente con la B Nacional. Categoría donde River y Rosario Central -fundamentalmente-, pero también, Huracán y Gimnasia lograron -al menos da esa sensación- confundir jerarquías al robustecer esa divisional por historia, popularidad y planteles en ciertos casos de primerísimo nivel.

La máxima divisional, más allá de legítimas discusiones acerca de calidades y mediciones de rating, sigue siendo el termómetro para evaluar qué ofrece hoy este fútbol argentino problemático, exasperado y con sospechas a la orden día según determinadas marcas visibles: la omnipresencia de Arsenal de Sarandí (próximo a a cumplir 10 ininterrumpidos en la A), los arbitrajes mezcla de delirio y corrupción (Pezzotta, Pitana, Lunati, Delfino) y la propuesta futbolística de los equipos, todos pendientes del resultado y la crónica de mañana, en parte deudora de los variados dictados del morbo. Esos postulados cargados de espectacularización, sometidos a criterios empresariales antes que periodísticos, suponen lo tantas veces dicho: el partido también se juega en los medios porque ordenan un relato cuyas repercusiones se trasladan a la cancha y a las tribunas.. Aunque con la novedad, ahora y tras la promoción de Racing en 2008 y el derrumbe de River en 2011, de convertir al descenso en poco menos que el peor de los escarnios, la última estación del fracaso, el recorte final de una historia jamás reelaborada dado que conforme se pierde la categoría también se extinguirían prestigios, orgullos, trayectorias. La estrategia deviene eficaz porque conecta con el sentimiento de los hinchas, pero basta que pasen las emociones del momento para constatar -si se contextualiza desde una mirada no regida por éxitos recientes- que se puede ser de la B estando en Primera y de la A en el ascenso, y viceversa. Son circunstancias deportivas, dolorosas huega decirlo y noticia de impacto en determinados clubes, aunque no revisten características de tragedia ni prefiguran un abismo insondable. Mucho menos se explica este juego perverso, como el que fogonean ciertas agendas, cuando en un torneo faltan 32 fechas para redimirse y evitar lo que venden como "terrible".

En ese marco, cabe una mención sobre a lo transcurrido en Primera División, lejos de las urgencias y los anuncios rimbombantes en clave de zócalo televisivo. Llama la atención que tres de los citados candidatos al título apenas recibieron 1 solo gol en 6 partidos, algo que revela el sobrio y sólido desempeño de las defensas de Boca (solo le marcaron de pelota parada), Lanús y Racing. Otra explicación, como se dijo, obedece a los planteos cautelosos predominantes y a la impronta de los entrenadores de estos tres clubes, celosos de ese precepto muy arraigado referido a fortalecerse desde la defensa para crecer en el juego y en variantes ofensivas, si bien la experiencia de River (recibió pocos goles durante la gestión de Juan José López) atenúa sus presuntas ventajas. Sin embargo, el dato de 3 equipos a los cuales les anotaron un gol, también se liga con la actualidad de la máxima categoría en lo concerniente al nivel futbolístico, aspecto que motivó debates y fuertes cuestionamientos. Y en parte se comprenden, los partidos suelen ser parecidos, la mayoría devienen mal jugados, imprecisos y friccionados, con pocos goles incluso si se toma el dato de que ninguna fecha hasta aquí llegó siquiera a las 28 conquistas, un número medianamente aceptable.




De cualquier manera, se insiste con el argumento de la paridad y la incertidumbre de los partidos, rasgos que campean en las canchas argentinas desde hace algunos años. La competencia es un valor, casi la condición que hace posible, a la vez que emocionante, este deporte. Recientementen apareció un artículo muy interesante en el diario El País de España, titulado "Fútbol y otras hegemonías". Allí su firmante, José Sámano, señala la necesidad de superar el duopolio de Barcelona y Real Madrid, causante de que la Liga Española se reduzca a la lucha entre dos equipos económica y deportivamente infinitamente superior al resto, al punto de convertirlos en meros partenaires. Y ofrece ejemplos de España y otras latitudes: "El Madrid y el Barsa han conquistado el 65 % de los 80 campeonatos disputados, 30 de los últimos 40. Semejante bipartidismo tampoco es un fenómeno del país ibérico. En las últimas 15 temporadas únicamente el Manchester United, el Arsenal y el Chelsea festejaron la Premier. En Italia solo han hecho cumbre Inter, Milan, Lazio y Juventus. A diferencia de estos campeonatos, en la liga española lo más alarmante en los últimos cursos ha sido el número de puntos logrados por los barcelonistas y madridistas, siempre en la frontera del centenar". Y agrega con una dosis de ironía: "Se observa la poca competencia del resto de los equipos, que entregan con frecuencia la cuchara".

El torneo argentino, con todos los matices que encierra una comparación, no ofrece un escenario como éste  ni por asomo. Sería bárbaro, de todos modos, que su paridad fuera acompañada de grandes espectáculos y de la emergencia de promisorias figuras, si bien esto daría para reflexionar sobre ambas cosas, si se revisa la historia reciente. Por eso, y sin ánimo de menguar en la exigencia, acaso conviene no minimizar o perder de vista algunas miserias preexistentes de la etapa donde TSC, el Grupo Clarín y la AFA -los socios del negocio- provocaron un desguace simultáneo y de profundas dimensiones respecto de la situación financiera de los clubes, la calidad del juego y las conductas de los hinchas No casualmente aparece la prensa que heredamos para señalar, en un mismo movimiento discursivo, las bondades de un buen sistema en defensa y la mediocridad de los partidos ("en estado de decadencia definitiva", como tituló un diario deportivo imbuido de una valentía que no le conocíamos años atrás).

Motivos, por tanto, para levantar otro tipo de defensas, leer bien la coyuntara y apuntarse una tarea complementaria desde nuestra condición de espectadores-hinchas : mejorar el juego demanda tiempo fruto de los residuos de épocas pasadas diseminados por todos lados. En el fútbol, todavía, son menos los logros que algunos esfuerzos en marcha que buscan, enhorabuena, "intentar salir del infierno".

P.P.   

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