lunes, septiembre 12, 2011
ALL BOYS // Hecatomba
La estadística, aspecto ineludible pero incompleto para explicar determinados acontecimientos, deviene inapelable en ciertos casos. La emergencia del dato, a veces, exime de agregados u otras variantes de análisis ya que la cifra, fría y rotunda, deja una marca grabada a fuego en esos historiales asiduamente no revisitados por alguna prensa o tomados en forma parcial, descontexualizados de sus núcleos fundantes. Varios medios, por ejemplo, omitieron por desconocimiento o por no considerar noticia el derrotero de algunos clubes, recordar que la última vez que le marcaron 6 goles a All Boys fue en el año 2000, ante Quilmes, con una actuación sobresaliente del Chori Domínguez (hizo un gol desde mitad de cancha). Tampoco hicieron foco -repetimos, varios de ellos, los más renombrados- que en Primera División ya hubo antecedentes de derrotas abultadas de All Boys: por caso, un 7 a 1 con Boca, en 1975.
Efemérides, menciones y reclamos tal vez desmedidos aparte, la peor derrota en el ciclo Romero (arribó al cuadro de Floresta en 2006), como se dijo, de tan concluyente deja el sabor amargo y doloroso de haber sentido un cimbronazo, una patada en la boca, un golpe al orgullo del cual es difícil reponerse en forma inmediata o detenerse a hurgar en posibles causas de la debacle. No por tratarse de un hecho extraño en la trayectoria de All Boys sino por este tiempo de siembra manifiesto en un club que disputa su 10ª temporada en Primera, con logros recientes insospechados, y un estado de ánimo colectivo alejado al de otras épocas, de críticas impiadosas y en estado de movilización permanente por un club semiolvidado fronteras adentro debido a gestiones poco felices, cerradas sobre sí mismas, que alcanzaron y alcanzan también a Roberto Bugallo, el presidente "de los dos ascensos".
Sin embargo, hay que hablar de este partido en Mendoza cuya nota más saliente fue constatar una vez más -para seguir esquivando el tema- la fidelidad y la fortaleza espiritual de la hinchada de All Boys (hinchada, vale aclarar, término utilizado en su acepción genérica), testigo de una difícil prueba: no retacear aliento ni apoyo pese a tamaña humillación. Podría haber sido peor, es cierto, ante otro rival menos alejado geográfica y culturalmente de acuerdo con los nuevos y viejos códigos tribuneros, pero vaya si demanda esfuerzo sobrellevar con dignidad un derrumbe deportivo de derivaciones inciertas como el del último sábado. Parte de las incertidumbres, consumado el 1-6 con el Tomba, radican en cómo, luego de disputar 30 minutos muy buenos en el primer tiempo, con presencia en terreno contrario, fluidez e intensidad en el juego, se pasa a una cadena de errores inadmisibles que redundan en un híbrido desalmado, vulnerable y físicamente exhausto.Una respuesta posible remitiría a lo ya apuntado en otras columnas: All Boys defiende mal -o directamente no defiende- con Vella y Quiroga en un nivel muy bajo, desbordados siempre y llamativamente pasivos a la hora de marcar. Si se agregan los flojos desempeños de Soto, Domínguez y Cambiasso, la irresponsabilidad en tramos clave del partido y.una mínima dósis de mala fortuna, ya tenemos la causa central de la goleada.
Pero hay un segundo factor no menos importante: a diferencia de sus hinchas, los jugadores no supieron enfrentar una situación extremadamente compleja desde sus reservas anímicas, aunque sea para evitar el papelón. Y un tercer elemento que, a esta altura, asoma inquietante, y que está relacionado con las limitaciones del armado del plantel, ya que se compraron jugadores de escasa jerarquía y en las inferiores no se vislumbran figuras e incluso futbolistas idóneos para mantener la categoría, el objetivo que impide relajarse o caer en subestimaciones inapropiadas. Más: este 6 a 1 con Godoy Cruz tuvo un anticipo en la reserva, donde se perdieron dos partidos por goleada (Con Atlético Rafaela y Vélez, ambos 5 a 1). Suficiente encadenamiento de hechos, por tanto, para trabajar más, mucho más, de cara a un torneo complicado y ultracompetitivo que anuncia el peor rival en la próxima fecha. Banfield, con 6 derrotas y ningún gol a favor, vendrá a Floresta a redimirse de su mal torneo, envalentonado por una recuperación futbolística pese a caer ante Arsenal, sazonado de la tranquilizadora sensación de que ya tocó fondo.
Habrá que ver si los jugadores de All Boys responden al reto, además de los enigmas que supone un partido bisagra.Pero sobre todo, encuentro que además implica, de alguna manera, reconocer en esta temporada su presente, la máxima categoría, un espacio de distinción en el cual no cabe clavarse alfiles por desidia, errores corregibles o turbias planificaciones institucionales. Porque después, sobran ejemplos en Floresta, puede ser tarde.
Los números, tarde o temprano, imponen su irreductible y contundente rigor.
P.P.
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