domingo, febrero 28, 2010

RIVER // La institución imaginaria


Sumido en la peor crisis de su historia, derrotado antes, durante y después de los partidos, el River que dejó Aguilar y que parece sobrepasar a las buenas intenciones de la flamante gestión, se encamina a batir uno de los muchos récord registrados en la última década: descender por primera vez en 108 años de trayectoria. Las causas de la debacle en menos de diez años -otro récord- ya han sido reseñadas aquí y en otros medios, pero conviene reponer un elemento que atañe directamente al naufragio millonario. Sobran ejemplos, en tal sentido, de clubes cuyas economías se desplomaron y en los cuales fueron decisivos el accionar de sus dirigencias y sus manejos delictuosos, sus decisiones signadas por la inmoralidad y el desatino, sus explicaciones ante la justicia poco virtuosas, pero que en ningun caso -ninguno- lograron afectar el sostén estructural de aquellas instituciones: la identidad y los núcleos que remiten a un sentido de pertenencia en entidades ya centenarias.

Veamos algunos pocos y recientes casos. Ñuls sufrió el ciclo dictatorial de Eduardo López, quien vació literalmente al club en sus 14 años de mandato (más alla de un título coyuntural obtenido en 2004), sin embargo logró mediante masivas movilizaciones y la valentía de sus asociados destronar al despótico presidente a partir de una premisa innegociable: saber qué proyecto se quiere para su club, perseverar desde la genuina participación de su gente y el compromiso de los viejos ídolos que se habían alejado del club. Racing, otro de los que padece desaguisados continuos, pudo deshacerse de un gerenciamiento pernicioso en 2008, a un costo altísimo, es cierto, pero con el reaseguro de hinchas incondicionales, exigentes y apasionados que promovieron -como Ñuls- marchas, reclamos ante la justicia, medidas surgidas desde las entrañas del mismísimo club. Gimnasia, finalmente, penó y sigue penando el interregno de Juan José Muñoz, principal responsable de que el cuadro platense haya disputado la promoción el último año y siga complicado con miras al futuro inmediato. No obstante Gimnasia, al igual que Racing, resisten desde su condición de entidades sufridas, siempre alejadas de cualquier dicha, conscientes de que el fútbol para ellos, los hinchas, es sobrellevar y gozar con una pasión que ofrece cuantiosas dosis de sufrimiento y casi nada de placer. Pero es una forma de afirmarse ante el resto, un aspecto de la identidad que se transmite entre los simpatizantes y los protagonistas.

La compleja situación de River, en ese marco, presenta aristas semejantes y distintas a la de estos clubes. Al igual que las instituciones mencionadas -si bien con matices, desde ya- la crisis actual, la decadencia inevitable de River, obedece a un proceso errático y sospechado que repercutió económica y deportivamente. Con un añadido: la gestión saliente pareció afectar los núcleos identitarios de los que hablamos más arriba. Y por eso hoy en la institución millonaria confluyen simpatizantes que reivindican un paladar negro tan atemporal como ineficaz, barras perdidos en la soledad de sus adicciones y sus batallas, personajes desorientados que intentan retornar a un club extinguido en su faceta gloriosa, hinchas acostumbrados a la resignación y la queja entrampadas en una lógica circular, ex dirigentes y políticos que prometen recetas indecentes conforme proliferan resultados adversos. Todo exhibido a viva voz y expresado en objetos: una careta, un bastón y una galera, una bolsa con maíz, un arsenal de armas para traficar aguantes.

En ese cóctel parece difuso encontrar un nosotros, o un sujeto de ese nosotros que reúna lo diverso y desde el cual el club pueda reponerse y construir fecundos y promisorios horizontes. Si el descenso, palabra novedosa en el itinerario millonario, permite reconvocar a los riverplatenses desde una matriz inédita que identifique el síntoma y sus derivaciones, habrá chances de superar este sufrimiento crónico de cada domingo. Devolverle, al menos, un motivo de orgullo a este club atormentado y a la deriva. De lo contrario, el River de ayer y hoy, desgraciadamente, caerá en el pozo profundo del olvido. Algo peor que la indeseada y muy competitiva B Nacional.
Pablo Provitilo

jueves, febrero 25, 2010

BOCA // Palermo: nostalgia en tiempo presente


Martín Palermo, goleador implacable y prócer xeneize, se ubica a un paso de superar un nuevo récord: convertirse en el máximo artillero boquense de toda la historia. No es común encontrar actualmente casos de jugadores que reafirman con goles su vigencia durante varias temporadas, especialmente si se recuerda que el nueve de Boca debutó en el club en 1997, tuvo un paso efímero por el fútbol español, y volvió a la institución que lo catapultó a la cima en la consideración de los hinchas, a la selección nacional y a tapas de revistas de variados contenidos.

El desglose de su ficha evidencia que se trata de un futbolista de excepción, inolvidable para boquenses y muy valorado por pincharratas, debido a hechos y situaciones que trascienden la lógica y reponen lo maravilloso de este deporte. Repasemos algunas notas salientes: mostró su condición de personaje excéntrico y eficaz en una goleada de Estudiantes a River en el Monumental, convirtió -ya con la camiseta de Boca- 4 goles en un partido (a Gimnasia, nada menos), anotó lesionado en una semifinal de Libertadores ante el River de Gallego, concretó de cabeza desde mitad de cancha, liquidó al poderoso Real Madrid en una final intercontinental con dos apariciones decisivas en apenas 15 minutos, salvó a Boca de derrotas o empates con conquistas determinantes, integró junto con Guillermo Barros Schelotto una de las delanteras más recordadas entre fines de los noventa y comienzos del 2000 y, en suma, es titular de uno de los clubes con más convocatoria del fútbol argentino a los 36 años. En el Seleccionado cuentan otros episodios, negativos y positivos. pero ceñidos a su condición de futbolista distinto ya que todavía permanecen en la memoria los tres penales fallados en la Copa América de 1999 y el gol agónico ante Perú correspondiente a las eliminatorias del mundial de Sudáfrica.

Palermo, en definitiva, alimentó el relato del recuerdo nostálgico, del reconocimiento acaudalado en plena vigencia y, consecuemente, activó un mercado donde cada gesto, cada gol sin estridencias, cada declaración en los interrogatorios que ya son parte del espectáculo (las conferencias de prensa) genera reacciones de diverso tipo, injustas, laudatorias o exageradas. Y es razonable: nos referimos a un prócer que habla, convierte y gesticula aquí y ahora.

Hay una obra de teatro titulada El centroforward murió al amanecer, escrita por Agustín Cuzzani y luego llevada al cine, donde un coleccionista, entre otros objetos, compra a un jugador de fútbol. No sería extraño, en este tiempo de representantes, negocios y museos, que alguien tome esa decisión con Palermo para fijarlo-congelarlo en tiempo y lugar. Aunque sus próximos destinos parecerían estar en el Mundial de Sudáfrica y en el podio de ilustres, con una particularidad: el próximo gol con la azul y oro en el pecho.
Pablo Provitilo

miércoles, febrero 24, 2010

B NACIONAL // Repuestos Gloria


Hablamos en distintas oportunidades sobre Unión de Santa Fe, San Martín de San Juan y Quilmes como grandes candidatos al ascenso en el marco de un torneo pródigo en oportunidades y circunstancias para subir. Pero omitimos, posiblemente debido al fragor de los acontecimientos y una tendencia cuestionable de mirar solo la cumbre de nuestro fútbol, a Instituto de Córdoba, la gloria del fútbol argentino según su reconocido mote, representante de una provincia mediterránea que desde hace una década no presentaba ningún equipo regional en Primera División.


Y es menester referirse a La Gloria porque se exhibe fuerte, consolidado en todas sus líneas y unido desde las famosas tres patas para conseguir el objetivo anhelado por sus hinchas tras su descenso en 2006. Lo avalan, por citar algunas virtudes, una defensa rabiosa y, por momentos impenetrable, liderada por Iván Furios y el arquero Jorge Carranza cuyos números son elocuentes: recibió apenas 14 goles en 23 partidos, obviamente la valla menos vencida en el campeonato. Aunque en ofensiva cuenta con recursos interesantes y eficaces en un cuarteto -curiosamente- constituido por Ezequiel Lazaro, Martín Zapata (uno de los mejores jugadores de la temporada), Silvio Romero y Leandro Zárate, piezas claves de un plantel que exprime con inteligencia su recambio y es consciente de las reservas institucionales de una entidad tradicional y con historia. Con esas fortalezas, entre las cuales también sobresale y mucho la observación estudiosa y el trabajo riguroso del entrenador Marcelo Bonetto, se ubica hoy en ascenso directo y envalentonado para conseguir algo más que reposar cómodamente en la segunda plaza que entrega un boleto a la A.


Claro que la B Nacional, en esta segunda etapa, presenta complicaciones a raíz de las presiones inevitables (la Gloria se quedó a un paso, el torneo pasado, de disputar una promoción que finalmente jugó uno de sus encumbrados coterráneos, Belgrano) y los cuadros comprometidos con el descenso, necesitados de puntos ante la inminencia del final. Pero no parecen, de todos modos, confluir factores adversos o gravitantes -por caso el fixture o situaciones internas- que impidan la permanencia de Instituto entre los cuatro primeros de aquí hasta el final. Descartados, en apariencia, All Boys (por decisión propia e impericia en su conducción) y Atlético Rafaela (por estigmas díficiles de superar), la disputa por las plazas privilegiadas parecería reducirse a seis equipos: San Martín, Unión, Instituto, Quilmes y otros dos experimentados y de temer para el resto: Olimpo, que desde hace rato salió del descenso, y Belgrano, ánimicamente renovado tras la llegada del histórico Jorge Guyón al cargo de director técnico.


La Gloria, protagonista que fue de menor a mayor en la temporada y equipo con pergaminos, quizás sea el que mejor perfile un andar sólido en la recta final, con el propósito de volver a la máxima categoría y, si se puede, escribir su tercera estrella en algunos de sus siempre requeridos y disponibles repuestos.

martes, febrero 23, 2010

COPA LIBERTADORES // Ruidos de copa


Las primeras imágenes de la Libertadores entregaron, en apariencia, rendimientos dispares en lo que atañe a la presentación de los equipos argentinos. Impensadamente, Ñuls y Colón quedaron eliminados en primera fase, algo que encendió las alarmas en un ambiente sensible a la derrota y propenso al escarnio lapidario ante los hechos consumados.

Pero hete aquí que Argentina no abarca solo a la provincia de Santa Fe y exhibe con orgullo en la actual competencia a su flamante campeón, Estudiantes de La Plata, a quien puede concedérsele una actuación fallida tras un periplo en la copa que comenzó en el repechaje del 2009 con aquel agónico gol de Ramón Lentini y terminó en la final de Abu Dhabi, en diciembre pasado, ante uno de los mejores Barcelona de la historia. Secundado, asimismo, por dos representantes nacionales vigorosos y dispuestos a honrar la vieja estirpe en el torneo continental: Vélez y Banfield, los campeones locales recientes, punteros en sus respectivos grupos y, en el caso del club del sur del Gran Buenos Aires, con récord incluido (convirtió 4 goles en Ecuador, único equipo argentino en conseguirlo). Un escalón debajo aparece Lanús, inmaduro y novato para la cátedra aunque capaz de protagonizar hechos notorios, por ejemplo disputar por tercer año consecutivo, y por primera vez en su joven historia (aún no celebró su centenario), la Libertadores.

Por tanto, conviene evitar los análisis apresurados o circunscriptos a un decálogo donde solo cuenta describir un paisaje brumoso. El fútbol argentino no atraviesa un momento de esplendor, verdad de perogrullo, pero tampoco parece condensar la decadencia de un imperio ni merece operaciones interesadas que lo denigren. ¿Cuáles? Insistir con la ausencia de los tradicionales grandes, por un lado, y acomodar el discurso conforme con los resultados: si triunfan simultáneamente Vélez, Estudiantes y Banfield se hablará de entidades sólidas, bien administradas en desmedro de los clubes ineficientes y perdedores, si vencen dos o uno de ellos la palabra fetiche será "excepciones" o, como se dijo, "las moscas blancas".

Ocurre que no hay una lectura novedosa, reveladora o constructiva cuando la crítica olvida el carácter dinámico que tiene un juego (hace 27 años, por caso, ninguno de los llamados grandes participó de la copa) o descubre, repentinamente, un mal endémico en nuestro fútbol vinculado con estructuras anquilosadas, corruptas y proclives a pergeñar negocios fraudulentos. En Argentina desde hace rato se juega mal o muy mal y otras voces, calificadas o con menos cartel, alertaron sobre la deficitaria organización y sus derivaciones. Llega tarde la observación. Que, cabe aclarar y entre parentesis, no son las únicas razones para graficar un tiempo de crisis y de transición: se observa un cambio de paradigma a nivel mundial y un futuro complejo para Sudámerica ante la proliferación de virtuosos futbolistas de otras latitudes y de otros mercados.

Sería sensato y honesto, en consecuencia, admitir que hay un deterioro en varios niveles pero que obedece a un proceso de muchos años donde también existieron -y existen- desvíos, contradicciones, resistencias, tensiones, ejemplos valiosos. La Libertadores 2010 presenta a sus dignos, respetables y lúcidos representantes locales, que también son patrimonio de un alicaído fútbol argentino cuyo prestigio en las copas -y pese a la curva descendente señalada por diversos motivos-sigue intacto, más allá de que los tradicionales grandes la miren por televisión o la selección nacional clasifique con dramatismo a una copa del mundo (en 1986 sucedió algo similar). Banfield, Vélez, Estudiantes y Lanús merecen otro trato que la reverencia circunstancial para diluir aquellos núcleos positivos de una historia que no estalló ayer ni exhibe señales de explicar nada, de acuerdo con la participación de los equipos nacionales en los torneos continentales.

viernes, febrero 19, 2010

PRIMERA DIVISIÓN // Cuanto peor, mejor

Auténticos protagonistas del espectáculo, estrellas descamisadas o con pilchas de lujo, desde hace rato los entrenadores ocupan el centro de la escena en el fútbol argentino, ya sea para recibir elogios empalagosos en las victorias o críticas impiadosas en las derrotas. Nada nuevo, al cabo, excepto por ciertos mitos o verdades instaladas que conviene revisar-problematizar a luz de algunos acontecimientos recientes (el despido injustificado de Claudio Vivas de Racing Club o las influyentes voces que exigen echar a Luis Zubeldía de Lanús).

Se ha señalado en reiteradas oportunidades, con sensatez y buen tino, que los torneos cortos configuran un escollo para el trabajo de los técnicos debido a factores íntimamente vinculados: aceleran los tiempos para conseguir resultados, reducen el margen de error, obturan proyectos a largo plazo producto de la ya cuestionada cultura de la inmediatez y la obsesiva presión de dirigentes e hinchas por conseguir éxitos. Suena convicente y razonable: los campeonatos cortos generan tensión y condicionan objetivos. Sin embargo, si se toman en cuenta los dos torneos más importantes del medio local -Primera División y B Nacional- encontramos curiosidades que vale la pena consignar.

En la temporada 2009-2010, por ahora y solo por ahora, 11 fueron los técnicos cesanteados, renunciantes o retirados por decisión propia o consensuada en la máxima categoría. Ricardo Zielinsky (Chacarita), Héctor Rivoira (Atlético Tucumán), Leonardo Madelón y Pablo Fernández (Gimnasia y Esgrima La Plata), Diego Cocca y Enzo Trossero (Godoy Cruz), Néstor Gorosito (River), Alfio Basile (Boca), Diego Cagna (Tigre) y Ricardo Caruso Lombardi y el citado Vivas (Racing) integran la nómina de entrenadores que abandonaron sus respectivos clubes en el último año, la mayoría de ellos a raíz de rachas adversas, conflictos coyunturales o promesas de victorias incumplidas. Una cifra alta, altísima podría decirse, dada la cantidad de jornadas -23, 19 correspondientes al Apertura y 4 al Clausura- aunque lógica si se consideran los ítems puntualizados más arriba.

Lo que complejiza el análisis e introduce una flexión en la interpretación del fenómeno es comparar la situación de los técnicos de Primera División con los de la B Nacional. Allí también el recuento incluye un número elevado de entrenadores despedidos-renunciantes, entre ellos José María Bianco (Quilmes); Oscar Blanco, Víctor Molina (Italiano); Jorge Ghuiso (Ferro); Fernando Quiroz (Independiente Rivadavia de Mendoza); Omar Labruna, Daniel Primo (Belgrano); Jorge Almirón (Defensa y Justicia), Ricardo Kuzemka (Platense), Leonardo Fernández-Javier Graziottin, Ricardo Dabrowsky (Tiro Federal); y Pablo Corti (Aldosivi). Doce en total. Pero con una diferencia sustantiva, imposible de soslayar: la B Nacional es un certamen largo, pautado a 38 fechas y con amplias y generosas posibilidades de revertir un mal arranque o un circunstancial tiempo de desdichas.

Podría deducirse, siempre en el plano de las hipótesis y a partir de un corte sincrónico como el que propone este artículo, que no habría una sola razón que explique la continua inestabilidad de los técnicos (los demonizados torneos cortos) sino que parecerían confluir varios factores ceñidos a un entramado de relaciones sociales acaecidas en el fútbol desde hace tiempo y consolidadas en las dos últimas décadas. En consecuencia, se impone mirar en perspectiva, evaluar un proceso y detenerse en los aspectos culturales: mientras el triunfo, las luces de la victoria y la impunidad de los providenciales vencedores constituyan el único horizonte posible, los técnicos difícilmente escapen de las presiones y los murmullos agobiantes que dificultan su tarea. Muchísimo más cuando los propios involucrados, al margen de unas pocas excepciones, aceptan el lugar asignado por otros o, peor aún, aceptan las célebres -y nunca interrogadas ni escritas- "reglas del juego".

No obstante, y por suerte, hay fisuras. Hace poco Diego Simeone ensayó una crítica sobre las difíciles condiciones que enfrentan los técnicos en Argentina, especialmente porque focalizó en el ambiente y su discurso riguroso e implacable. Si bien pareció tardía y no hubo un ápice de autocrítica -el entrenador de San Lorenzo, además de dramatizar y vestir para las cámaras, es un prototipo del enunciado lindante con el absurdo que reza "lo importante siempre es ganar"-, acertó y dio en la tecla al enumerar a todos los actores intervenientes que desatan miradas inquisidoras en torno del trabajo de los técnicos.

Acaso sea un buen punto de partida para reformular determinadas verdades y situar el debate en el lugar adecuado. Debate que el mundo del fútbol, y fundamentalmente algunos comunicadores, desplazaron con omisiones, enfoques distorsionados y desembozado desparpajo a una zona gris donde funciona -con eficacia indudable- una de las máximas de ciertas teorias políticas dogmáticas: "Cuanto peor, mejor".

Pablo Provitilo

viernes, febrero 12, 2010

B METRO // Sarmiento, cerca de la civilización


Sarmiento de Junín, cómodo líder del torneo de la B Metro, se encamina a un nuevo retorno a la B Nacional. Lleva 9 unididades a su inmediato perseguidor, el Almirante de Blas Giunta, con un partido menos. Sólido y efectivo, el verde no solo exhibe razones futbólisticas que explican su campaña, sino también sabe capitalizar con inteligencia y predisposición la irregularidad del lote que viene detrás, muchos de ellos equipos grandes de la divisional, bien reforzados, y con obligaciones idénticas a las del denominado Kiwi.

Con 16 fechas por delante (48 puntos en disputa), el desafío pasa por ratificar la tendencia en los números a partir de consolidar su rendimiento en condición de local, beneficiado por un fixture despejado y favorable: Tristán Suárez, Los Andes y Morón -equipos con aspiraciones de disputar la punta o clasificar al reducido del reducido- y San Telmo -comprometido en el promedio- los recibe en Junín. Solo se advierten algunos compromisos difíciles en calidad de visitante, entre ellos Central Córdoba de Rosario y Villa San Carlos, dos clubes que pelean por escapar del ominoso descenso, y Atlanta, Acasusso y Defensores de Belgrano, entidades que también procuran disputar la promoción con un equipo de la B Nacional. No obstante, la racha del Verde fuera de casa exime de considerar estos enfrentamientos como un escollo: no perdió nunca de visitante en todo el campeonato (van 26 fechas).

Así, Sarmiento parece ser número puesto para jugar en la B Nacional el próximo año. Lo avalan una localidad pujante, un gobierno municipal que apuesta al deporte, y una historia que, en determinados tramos, lo encontró en un sitio privilegiado, por ejemplo, la Primera División durante dos temporadas en el amanecer de la década del ochenta.

jueves, febrero 11, 2010

HISTORIAS // Estampas


El Pelado no quiere mirar la tabla ni hablar de fútbol. Pantalón cortito con el escudo de Nueva Chicago, melena al viento, exhibe su patio de dimensiones pequeñas ubicado en la calle Rodó, con orgullo y con timidez, mientras espera un gentío en su alborada luminosa y llena de tachos de pintura, entre fernet y gaseosa Panniza que toma sin parar. Sin embargo, el Pelado no se resigna a sus pasiones y piensa en su club, hundido en la tercera divisional del fútbol argentino, cercado por punteros políticos y conflictos que dañan la imagen del barrio. Enojado con ex dirigentes y, por momentos, enojado con el mundo, el Pelado identifica una causa posible relativa al naufragio verdinegro: "El problema es la barra", dice. Pero no absorbe la bronca sino que la emplea para construir y soñar otro horizonte. La bronca, precisamente, lo condujo a la comisión de Cultura y Educación de Chicago, donde despliega una intensa labor mediante actividades sociales desinteresadas: un homenaje al frigorífico Lisandro de la Torre, una representación del Torito de Mataderos para los vecinos, una choriceada con las organizaciones sociales del barrio que proyectan una patria del sur, reuniones para armar un cronograma de encuentros populares con miras al centenario de Chicago, en 2011.



Enseguida, la llegada de un hincha de All Boys parece perturbarlo. "Cómo andás All gays", espeta con sorna. Se nota que añora viejos clásicos y por eso, desproporcionado y excesivo en el relato, recuerda duelos entre blancos y verdinegros a partir de una memoria prodigiosa, caravanas de aquí y de allá, complicidades y afinidades entre dos clubes de barrio que no se enfrentan desde diciembre del 2000. La noche se alarga, el Fernet con Panniza se acaba, y los enemigos de ayer y hoy se prometen otro encuentro, del otro lado de Rivadavia, sin olvidar que el tiempo y la distancia no borran amores y broncas. Lo mucho que se extrañan cuando la calle Rodó queda desierta en el amanecer taciturno de un domingo sin fútbol en Mataderos.
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Las actualidades deportivas de All Boys y Nueva Chicago parecen llamadas a no coincidir en los últimos años. Hoy All Boys transita con cierta tranquilidad barrios, pueblos y ciudades del interior del país en la B Nacional, en tanto Chicago no logra superar dos descensos consecutivos tras una etapa venturosa en la A, con victorias ante los grandes, con hazañas dignas del elogio neutral, con fervorosas multitudes en las tribunas.


Desencuentros que, cabe agregar, no son coyunturales: All Boys y Chicago, por caso, no registran enfrentamientos en Primera División, lo cual arroja alguna hipótesis no compartida, presumiblemente, por simpatizantes de otros clubes: el duelo Floresta-Mataderos es uno de los grandes clásicos del ascenso. En ese marco, el Blanco domina el historial, la cantidad de años en Primera y, en ciertas ocasiones, las tribunas. Algunos datos llaman la atención: All Boys computa 8 años en Primera tras ganar el torneo de la B en 1972, mientras que Nueva Chicago acumula 7 temporadas en la máxima categoría aunque con tres ascensos en su ficha (1981, 2001 y 2006). Asimismo, el Verdinegro acredita solo un triunfo en el estadio de All Boys (1997) sobre un total de 92 partidos jugados. Y más: las mayores goleadas pertenecen al club de Floresta. Podríamos hablar de una paternidad de All Boys, pero la convocatoria y los éxitos de Chicago en el comienzo de la actual década trastocaron la historia.


Para un minoritario grupo de hinchas y analistas, Chicago-Vélez es el nuevo clásico territorial, por la cercania, por viejas historias, por el ruidoso regreso del verde a la A. Rivalidad deshistorizada aunque capaz de convencer a determinados aficionados. Y puede que sea cierto porque el fútbol es dinámico, porque los clubes crecen o decrecen, porque los ánimos colectivos varían, mutan, demandan nuevos enconos. Pero un All Boys-Chicago, en la silenciosa Rodó o en la penumbra de Tres Arroyos, no se olvida jamás.

miércoles, febrero 10, 2010

COPA LIBERTADORES // Azules y coloradas


En un partido accidentado y mal jugado, Vélez comenzó con éxito su participación en la 51ª edición de la Copa Libertadores al derrotar a Cruzeiro de Brasil por dos a cero. La victoria, importante teniendo en cuenta la jerarquía de algunos integrantes del grupo y el cambio organizativo -clasifican los primeros de cada zona y los 6 mejores segundos- decantó tras dos incidencias puntuales, ambas en el primer tiempo: el tempranero gol de Santiago Silva y las expulsiones de dos hombres de Cruzeiro.

Resultado al margen, la actuación del cuadro de Liniers ofreció claroscuros en su rendimiento, especialmente por no saber administrar el control del juego pese a la ventaja de jugar con dos hombres más durante gran parte del partido y por ciertos movimientos previsibles en ataque y no pocas desaveniencias en defensa. Nada para alarmarse, es cierto, pero sí un llamado de atención ya que la presencia de Cruzeiro y Colo Colo en el grupo 7 supone paridad, disputa y hostilidades propias de la Libetadores.

De cualquier manera, Vélez es uno de los representantes argentinos con más chances de arribar a los tramos finales del certamen debido a su plantel abundante y calificado, y cierta mística copera adquirida desde los tiempos de Bianchi. Buenas razones para ilusionarse, más allá de un debut opaco y con resultado previsible tras las rojas de los hombres azules que desnaturalizaron el encuentro.

SELECCIÓN NACIONAL // Campañas


El título del post no alude al muy buen programa que conducía el versátil Gonzalo Bonadeo, un auténtico polibrubro del deporte como Gustavo Kuffner. Tampoco remite a la marcha en el presente Clausura de Boca, River o Racing. Nos referimos, una vez más, a la Selección Nacional que dirige un personaje ignoto de este país, vapuleado desde distintos estamentos privados a raíz de un ciclo plagado de contradicciones, errores en la conducción e intereses que trascienden al juego.

La novedad en el discurso de ciertos emisarios mediáticos, de acuerdo con un panorama donde retacean entusiasmos y apoyos, es apelar a los números en tono presuntamente jocoso. "Se viene el 102, el 105, el 108", aurgüyen, en relación con la manía de Maradona por convocar a cuanto jugador encadene una racha de partidos aceptables, ya sea en las cotizadas ligas del exterior o en el ámbito doméstico. Sería ético que muchos de estos comunicadores contabilicen, también, la cantidad de elogios que le dispensaron al diez tras su arribo al cargo, en octubre 2008 (recordemos que todas las encuestas públicas daban como candidato a suceder a Basile a Carlos Bianchi), manifiestos en apelaciones a la mística, la gesta heorica de la muchachada del '86, los especiales con la historia de Diego.

Las mentadas convocatorias, a partir de una mirada indulgente, quizás obedezcan, en realidad, a una búsqueda genuina del entrenador, a un intento para democratizar el seleccionado, a reivindicar su condición de seleccionador que mira todos y cada uno de los rincones de la patria. Pero no. Definitivamente no hay modo de esquivar la crítica, claro que amplificada y repetida hasta el cansancio si viene de actores implicados en la conferencia de Montevideo. Entre otros motivos porque no se vislumbra un proyecto ni un plan con cada llamado y porque detrás, y no tan detrás, asoma la oscura figura de Bilardo en el concierto albiceleste, "Carlos Salvador Cobos", como la rebautizó la revista Un Caño.

En rigor, y como se sostiene desde algunos espacios no obsesionados con obstruir y horadar un ciclo más en la trayectoria del seleccionado, Maradona podría cerrar la etapa de prueba y focalizar en un trabajo con no más de 30 futbolistas, una base que le permita delinear el funcionamiento del equipo -a qué se juega- y, de este modo, anunciar con algún fundamento la esperada lista de 23. Partidos como los de los últimos meses, ya sean ante Jamaica, Polonia o Costa Rica, se inscriben dentro de un proyecto interesante a corto y mediano plazo, bien recibido en los pueblos y ciudades del interior, pero improductivo si se olvida que hay un grupo que construir a la brevedad y una campaña para resignificar en todos los órdenes.

lunes, febrero 08, 2010

RIVER // Los aromas de las encuestas


Las encuestas y los encuestadores, fuentes de consultas inevitables para medir las conductas-expectativas de los públicos-consumidores, vienen recibiendo severos cuestionamientos en el último tiempo. Un poco por la confiabilidad de los datos, otro tanto por la dependencia que genera en determinados actores.

Algunos episodios recientes reafirman las mencionadas críticas o, peor aún, revelan su ineficacia en ciertos casos. Yendo al tema del que se ocupa este sitio, diversos test de opinión en medios audiovisuales ubicaron a River como el principal favorito a ganar el presente torneo Clausura. Un dislate que, posiblemente, haya surgido de dos lecturas epocales: los lógicos entusiasmos que genera entre los hinchas el inicio de un nuevo campeonato y la liviandad, la pereza, la simplificación periodística para dejarse encandilar por resultados circunstanciales y, consecuentemente, olvidar un proceso, un itinerario, un legado de equívocos manifiestos con repercusiones nocivas.

Se dijo, desde aquí, que 8 años de despropósitos institucionales no salen gratis. Existe un déficit -económico, político, cultural- que no desaparece inmediatamente con el arribo de una nueva gestión. No hay cambios mágicos ni repentinos, en todo caso hay un agujero negro a rellenar con decisiones sensatas, trabajo conjunto, paciencia del entorno y mucho pero mucho esfuerzo. El equipo actual de River expone, en ese marco, su pasado reciente en múltiples aspectos: desidia, temerosidad, falta de jerarquía, desconcierto. Y no hay un solo indicio de que podría ser de otra forma, dado que persisten las marcas de un período que trastocó lo más sensible y, acaso, lo más sagrado: nada menos que la identidad de un club de 108 años.

River, por tanto, afronta un cuatrimestre muy similar a los anteriores, sumido en la mediocridad y en la rémora estéril de una historia ya transcurrida en su faz más gloriosa. Con varias diyuntivas en el horizonte. Por un lado, habitar un mundo extraño como lo es el fondo de la tabla, por otro, soportar el tobogán de la carrera de algunos ilustres, representantes de un tiempo que, más allá del cariño y la infinita gratitud, como decíamos, finalizó. Incluso la permanencia de los viejos ídolos, en algún caso puntual, obtura la reclamada refundación a partir de un desfasaje pernicioso, ya que apuntar a la reconstrucción deportiva implica abrir oportunidades para los jóvenes, propiciar el recambio, construir lo nuevo desde otros basamentos institucionales, otros esquemas y otras caracterizaciones de la etapa. De lo contrario, la resultante es la evocación nostálgica asentada en los viejos intérpretes que, además, no escapan del desconcierto propio, entre otras cosas porque crecieron y se destacaron en un club sólido y ejemplar que hoy, tras la sucesión de desaguisados dirigenciales, no existe más. River hoy es otro club: grande por tradición y terrenal en el plano futbolístico.

Por eso, y con tantos factores a revisar y modificar, cuesta creer algunos augurios periodísticos y encuestas públicas que colocaron a River en el lugar de principal candidato, solo por un puñado de actuaciones más o menos aceptables en los devaluados torneos veraniegos. Injusto, además, porque se omite y se procura invisibilizar a las instituciones que vienen trabajando bien, ordenadas y con interesantísimas apuestas de proyectos a largo plazo, piedra basal de un posible cambio de paradigma en el orden doméstico.

Mejor que detenerse en encuestas y juicios apresurados, por tanto, a River quizás le convenga mirar su flamante museo aunque, sobre todo, mirar las transformaciones dentro del propio club y en el fútbol argentino en su conjunto. Resurgir desde abajo es un buen camino para salir del entuerto, con humildad y sacrificio, con trabajo responsable y directivas claras, como parte de un ciclo novedoso inscripto en una tradición mayor. Y donde, también, ha llegado el momento de derribar algunos mitos. En períodos complejos como los actuales, si bien de menor gravedad, una manera de enfrentar la crisis fue aprender a lidiar en el barro, con el reaseguro de la grandeza de otrora, pero consciente de que la historia, sin actualizaciones ni producciones deportivas que la honren, podría quedar resumida en un lujoso y melancólico museo. Sería bueno tomar nota de aquella enseñanza y dejar que el paladar de ciertos hinchas, selectivo y exigente, disfrute de platos elaborados con una receta diferente, tal vez con menos recursos y más empeño, pero igualmente sabrosos.

jueves, febrero 04, 2010

ANIVERSARIO // Verde paisaje de Belgrano


El año del Bicentenario de la Patria esconde otras celebraciones, felices o no tanto, afincadas en distintos oficios y actividades sociales, de proyección nacional o acotadas a un territorio pequeño, pero imposibles de soslayar. En el fútbol argentino, en este 2010, primero fue Vélez quien conmemoró su centenario de logros, desarraigos y promisorios horizontes, y ahora es Excursionistas, un club tradicional del ascenso, el que sopla 100 velitas de orgullos, sinsabores y alguna victoria circunstancial.Por eso y porque el fútbol no empieza y termina en Primera División, viene bien un escueto recuento de momentos, registros y curiosidades de equipos como Excursionistas.
Entre los datos a consignar cabe apuntar que el verde genera adhesiones fuertes entre seguidores ignotos y famosos (Javier Saviola, René Houseman, Ignacio Copani, Emir Kusturica, Victor Bo) y exhibe un estadio pintoresco ubicado en Pampa y Miñones, el primero y único que consta en su ficha, escenario que motivó el mote de villeros por el derruido paisaje del viejo barrio de Belgrano. Un mote que, más allá de la dictadura militar y sus topadoras, persiste hasta hoy, ya sea como gesto de afirmación emblemática de los propios hinchas (la inversión del gesto) o como estigmatización de sus rivales, que son muchos, si bien no conforman un frente único.

Pero también, Excursionistas habita otra casa, una casa chica, acompañado de otros estigmas: la Primera C, una divisional descorazonante para un club popular, que supo jugar en primera en la etapa amateur, que recoge simpatías como las mencionadas, que tiene entonados y tradicionales rivales como Almagro, Colegiales y, especialmente, Defensores de Belgrano (hay paternidad del Verde en el historial, lo mismo ocurre, por caso, con Almirante Brown). No obstante, permanecer largas temporadas en la cuarta división del fútbol argentino no ha mitigado fervores, militancias y peregrinaciones de los hinchas villeros por terrenos desapacibles que, eso sí, conservan los rasgos del potrero profundo. La estadística de las dos últimas décadas arroja un número elocuente, en consonancia con un pasado en el cual abundan crisis futbolísticas: desde hace 15 años Excursionistas juega en la C y enfrenta con asiduidad a rivales habituados a la divisional, por ejemplo Justo José de Urquiza o General Lamadrid y otros aún más inferiores, que provienen de la D y lograron afianzarse (Fénix, Barracas Bolívar, entre otros). Sin embargo, los hinchas perseveran.

Claro que un club no son solo resultados sino también equipos que, a lo largo de una trayectoria, dejaron una marca, como aquella formación ideada por Néstor Rapa en 2001 que finalmente no subió debido a la injusta organización, el del ascenso a la b en 1994 que cerró un ciclo de 22 años en la C aunque por poco tiempo (descendió al año siguiente) o, más actuales, la versión 2009-2010 que dirige Sergio Rondina llamado a devolver al club al lugar que sobradamente merece. La lista de grandes conjuntos no hace justicia con otros equipos notables, simplemente intenta puntualizar -arbitrariamente- determinados momentos de esplendor.
Y un club, además, son sus jugadores referentes que, en distintas etapas y circunstancias, aportaron al crecimiento y el prestigio de la institución, por citar algunos destacables: el Beto
Horvath, el Loco Seria, Ricardo Mazariche, Oscar Fonseca Gómez y el vigente polaco De la Marchesina.

En definitiva, Excursionistas conmemora 100 años de una historia donde escasea la gloria y sobran infortunios y desdichas. Pero hay un raro y saludable gesto que debe subrayarse. La gran mayoría de nosotros, alguna vez y aunque más no sea mediante relatos de terceros, hemos conocido a un hincha de Excursio. Ninguno -al menos los que conversaron con quien escribe-, y pese a las continuas decepciones, parece resignado a soñar epopeyas, triunfos en la Bombonera, duelos con el Barcelona o el Real Madrid en el pequeño templo de Pampa y Miñones (el Coliseo del Bajo como también lo bautizaron) o -simplemente- abandonar la categoría que lo retiene desde el 95. Es, como dijimos, una manera de perseverar.

Más todavía: hace poco, un hincha que fue ayudante de Rapa, dirigente de la institución y cronista de la agencia Télam, decidió finalmente emigrar del Bajo y fundar un club en una pequeña localidad de la provincia de Córdoba, Santa Rosa de Calamuchita. "Vamos de a poco, pero la idea es competir, armar algo, hacer historia. Construir desde abajo un lugar en el mundo". El gran objetivo del flamante club; participar del Torneo Argentino en 2015. El nombre: Asociación Civil Excursionistas de Santa Rosa del Río.

martes, febrero 02, 2010

MEDIOS // Maradona y el orgullo plebeyo


Pasados los fuegos de la célebre conferencia de prensa de Diego Maradona post-partido ante Uruguay, nos hemos empecinado, desde este marginal blog deportivo, en seguir de cerca los discursos de diversos actores del campo cultural, literario y periodístico, referido a un episodio cuyos impactos perduran, ya sea por condensación o por desplazamiento, hacia cuestiones que exceden lo deportivo, que hablan del pulso de una sociedad, de sus síntomas y de sus miedos, de sus prejuicios y su intolerancia reprimida que, cuando aflora, exhibe su rostro verdadero, representada ficcionalmente por Capusotto en el personaje Micky Vainilla, levemente exagerado, pero anclado en contornos reales. En caso contrario: el personaje no hubiera trascendido ni motivado discusiones postreras.

Retomando los efectos y derivaciones de aquella noche en Montevideo, si uno recorta un corpus de artículos y textos publicados en medios gráficos en los últimos meses, advierte un mosaico heterogéneo de lecturas, a favor y en contra, que en todos los casos parecerían revelar una certeza entre las incertidumbres de un tiempo saturado de informaciones contaminadas: la presunta "incontinencia verbal" de Maradona, sus "groserías", evidenciaron una dimensión del conflicto enraizado en la sociedad y del cual Maradona, víctima de sus contradicciones y presumiblemente sin proponerselo, repuso en clave política.

Ese dato recorre, aun hoy, las agendas de todos los medios y los debates callejeros, especialmente porque el protagonista no es cualquier emisor: es Maradona y el paisaje enmohecido de Fiorito, el ídolo popular monstruoso de la Argentina con sus excesos dentro y fuera de la cancha, el producto que los grandes medios promocionaron desde las agobiantes invocaciones de la patria hasta los últimos vestigios de la argentinidad trágica que, se dice, corporiza su figura. Imposible, por tanto, no advertir una fisura detrás del personaje, o al menos no advertir que hay un plebeyismo soterrado que exige ser más cuidadadosos para la imputación denigratoria y la sumatoria de gestos concatenados en "lo grosero/grotesco/desbocado".


Desconocer o, peor todavía, negar el plebeyismo de Maradona, como sugiere el sociólogo Pablo Alabarces en uno de los artículos escogidos, conlleva riesgos y olvida lo fundamental: el registro histórico desde el cual habla el diez y su eficacia, su potencialidad, para crear climas plausibles de disputar sentidos, sobre todo sentidos hegemónicos. Dice Alabarces: "Maradona ha dejado de ser el "negrito respondón y deslenguado" de los 90 para ser un simple bocón que la juega de plebeyo irreverente. Pero de transgresor no le queda nada: por eso elige para su desboque las mismas y repetidas metáforas homófobicas y machistas de los chistes de Yayo (Guridi, integrante de Showmatch). Durante veinte años Maradona significó, con sus idas y vueltas, la continuidad de la irrupción plabeya e irreverente del primer peronismo. En los siguientes diez, Maradona reprodujo la domesticación de ese mismo peronismo. Si lo que queremos es cuestionar la hipocresía moral de la derecha argentina, no lo conseguiremos reivindicando el sexismo desaforado del gran bocón argentino".


La reflexión de Alabarces prioriza la superficilidad del gesto retórico en la conferencia en Montevideo, centrándose en lo que, precisamente, es uno de los rasgos constitutivos del plebeyismo de Maradona. Cuando Diego confronta con los poderes reales no puede, no podría, eludir las marcas de origen, ni tampoco los lenguajes televisivos del medio que lo proyectó, lo consolidó y luego lo descalificó cuando confrontó con sus intereses. Es decir, Maradona no puede escapar de una determinación (de clase, de credo, de lenguaje) que, al mismo tiempo, robustece su condición de personaje irreverente, maldito y que expresa un malestar.
Y que posibilita, sobre todo y sin que Maradona lo sepa conscientemente, disputar sentidos con alguna chance de éxito. "Maradona ha sabido o al menos ha querido tener siempre la última palabra: él define, cristaliza, rubrica, como se decía antes. El cierre le pertenece. Usa las palabras en definiciones, comparaciones y réplicas a la manera de toques, latigazos o cambios de frente como si hablara -creativa y saludablemente- con los pies", explica el escritor y periodista Juan Sasturain en La Patria transpirada (2006).

Maradona no interrumpe la saga que anuncia Sasturain. No son lo mismo "las guarradas sexistas" de Yayo y de Tinelli que las apelaciones homófobicas -también sexistas- de Maradona. Simplemente porque quien habla, su lugar enunciativo, pertenece al Maradona que creció entre lo crudos paisajes de la pobreza y los estudios de televisión, y porque el/los destinatarios "del sexismo desaforado" de Diego son otros: el poder real y no los hombres y mujeres de su misma condición.