miércoles, mayo 04, 2011

FÚTBOL SUDAMERICANO // Vencidos



El calendario 2011, transcurrido menos de la mitad de su desarrollo, presenta 3 competencias de relieve para el fútbol sudamericano. En el ámbito de selecciones, se sabe, tendrá lugar la Copa América, un torneo interesante y rico en matices cuando no coincide con las eliminatorias, mientras que en el de clubes la Copa Libertadores y el Mundial de Abu Dhabi constituyen dos estímulos indisimulables a raíz de su sustantiva historia, el impacto mediático en una época dominada por las tecnologías de la información y, claro, su rédito económico. Y como estamos en el momento del año en el cual se definen los torneos más importantes de América y de Europa, no parece inoportuno ni anticipado referirse a uno de los dos campeonatos citados, el Mundial de Clubes que reúne a los ganadores de los 5 continentes.

Novedoso en su formato -antes dirimían el certamen, en Japón, los campeones de Europa y América del Sur-, desde su implementación definitiva en 2005 los ganadores pertenecen a países futboleros de raza según la nómina que se desprende del historial: 2 de Italia, 2 Brasil, 1 España y 1 Inglaterra. Una lista que, de todos modos, suscita algunas apreciaciones, entre ellas la preeminencia de Europa que desmentiría -a priori- el supuesto desinterés de sus representantes; la ausencia de clubes argentinos habida de cuenta de que en el viejo sistema de disputa (la Copa Intercontinental) acumularon la mayor cantidad de títulos; y los discretos desempeños de los campeones del resto de los Continentes. Apenas una excepción, cabe señalar, ocurrió el año pasado tras la clasificación a la instancia decisiva del TP Mazembe Englebert, de Congo, quien postergó a uno de los candidatos que habría protagonizado un duelo especial con su homónimo de Italia. Del Inter de Porto Alegre, equipo en cuestión, corresponde destacar su recorrido en los últimos años, sus fortalezas y debilidades actuales, entre ellas aquella fallida participación en 2010 y la reciente e inesperada eliminación con Peñarol en la Libertadores de este año.



Próximo a disputar con Gremio las finales del campeonato Gaúcho, el torneo estadual que lo encuentra como el más ganador con 39 títulos contra 36 de su histórico rival, Inter hasta 2006 era un club tradicional de Brasil, por supuesto muy popular, único en Brasil en no descender de categoría, pero sin ninguna conquista fuera de su territorio. Porto Alegre, desde este rincón del mapa, refería futbolísticamente a Gremio, dos veces ganador de la Libertadores, equipo de linaje y jugadores aguerridos, casi siempre temido por sus adversarios regionales debido a la localía fuerte en su estadio amplio de acústica ensordecedora. La situación cambió en los años recientes tras una sucesión de éxitos del equipo Colorado al obtener la Libertadores 2006 y 2010, el Mundial de Clubes (2006), la Copa Sudamericana (2008) y la Recopa (2007) que lo ubicaron en otro estrado internacional -valga la paradoja-, además de 6 estaduales de 9 en el orden doméstico.

Logros derivados de un proyecto deportivo-institucional exhaustivo que reposicionara al Inter en el plano local pero también al fútbol gáucho a nivel mundial, al combinar la conocida técnica del jugador brasileño con otros aspectos como una eficiente preparación física expresada en la garra y mayores cuidados en el rubro defensivo. Logros, además, con aportes argentinos (Andrés D' Alessandro, Pablo Guiñazú y Roberto Abondanzieri), buen fútbol y triunfos de altísimo valor, por caso la victoria sobre el Barcelona en el Mundial de Clubes 2006. Y logros que, pese a algún traspié circunstancial, no menguaron el deseo de sumar nuevas estrellas y medallas según dos desafíos para este. El primero, se dijo, era la Libertadores, donde Inter se mostraba sólido para obtener el primer bicampeonato de su historia conducido, nada menos, que por Paulo Roberto Falcao, gloria del fútbol brasileño que retornó en condición de entrenador al club donde debutó. El segundo es dejar su marca en el Brasileirao, el torneo que le falta obtener en este período de continuos festejos.Un campeonato extraordinario, seguramente de lo mejor para ver en el segundo semestre, teniendo en cuenta los clubes intervenientes y sus protagonistas. Repasemos: Fluminense (último campeón) con Darío Conca, el portugués Deco y Fred; San Pablo (el más ganador con 6 títulos) al sumar a Rivaldo y Luis Fabiano; Flamengo (el más popular de Sudamerica) con Ronaldinho; y el Santos, ya clasificado a los cuartos de final de la Libertadores, que tiene en su plantel a tres grandes jugadores como Neymar, Ganso y Elano.

El Inter no parecer ser menos en esa exigente disputa, dado que fichó a Mario Bolatti y Fernando Cavenagui, otros dos argentinos de jerarquía, y mantiene un estilo basado en el protagonismo para hacerse respetar y la genuina obsesión para persistir en el triunfo. Lo destacable, al margen de un ciclo que se interrumpe transitoriamente, es reconocer a un equipo ganador sin tantos elogios ni falso patriotismo como los que recaen sobre los clubes de Europa (de hecho, en Argentina, un sector minoritario accede a observar por televisión el fútbol de Brasil) pero con virtudes de sobra. El premio final hubiese sido una revancha en el Mundial de Clubes, tal vez con la presencia del Barcelona y su estela de fieles que reivindican un fútbol lujoso y lejano. Que es apenas una parte del fútbol, mucho más rico según los componentes emocionales,  los afectos localizados y su asombrosa tendencia de nivelarlos a todos. Porque, al cabo y además de no ser cierto, ¿tiene sentido ponderar el buen fútbol de un invencible que encontró la fórmula sagrada por más bella y fascinante que sea? Por fortuna, las respuestas del juego no fueron redactadas. Y la historia está llena de incertezas, contingencias y estupores. Al menos en América del Sur.

P.P.

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