Un aperitivo, antes del mundial
La cobertura mediática de Alemania 2006, a pocos días de la ceremonia inaugural, no tiene precedentes en la historia de la prensa deportiva en Argentina. Ni siquiera en la euforia de Corea-Japón tras el derrumbe económico-social del 2001 (alimentado, en parte, por las empresas privatizadas), o la polémica selección de Passarella del 98 o, más lejano en el tiempo, en las mieles por revalidar el campeonato mundial del 86 en Italia; el despliegue periodístico fue semejante.
Un verdadero dispositivo comunicacional que comenzó hace 20 días, favorecido por la ausencia del torneo local, que fue instalando a conciencia el efecto "mundial" en la opinión pública. Un juego de intereses, al fin de cuentas, que responde a ver quién se lleva la porción más grande la torta.
Claro, las nuevas teconologías y la expansión del negocio explican, actualmente, que haya más de 200 periodistas/entrenadores/opinólogos/noteros diseminados por el país anfitrión de la Copa del Mundo. Sin embargo, no deja ser un dato saliente la abundancia de imágenes, testimonios, editoriales y vaticinios que se esgrimen, sin rubores ni culpas, cuando la competencia aún no comenzó. Más aún: actualmente deben improvisar sus envíos porque, ciertamente, la noticia no está. A diferencia del mundial de Francia -más comparable porque se trata de un país futbolero como Alemania-, las cámaras no corren, esta vez, detrás de las polémicas en torno seleccionado nacional como sí lo hicieron con la formación de Passarella en la concentración de L'Etrat. En aquella oportunidad, vale recordarlo, la estabilidad del actual técnico de River estaba siendo cuestionada.
Por el contrario, en Alemania todo es pintoresco y dato de color, alimentado por un discurso homogéneo en torno a los avatares del equipo, la ciudad escondida, la apagada vida de los alemanes o cómo sentirse extraño en una tierra extraña.
A excepción de Fernando Niembro y Horacio Pagani, indiscutiblemente dos voces disonantes en la mediocridad, los demás programas evitan el debate serio y responsable en favor de una frivolidad ciertamente alarmante.
Este abrumador dispositivo previo, por tanto, no se condice en esencia con el sentimiento popular de los asiduos consumidores de este juego El aficionado, el que verdaderamente sufre la derrota (como los hinchas de Huracán o Deportivo Morón el último fin de semana), así como las victorias (Cambaceres y Belgrano de Córdoba) sabe diferenciar lo que es genuina pasión futbolera con improvisadas y banales estrategias de mercado (las publicidades de Quilmes y Coca Cola son un buen ejemplo).
Después, cuando comience a rodar la pelota, la historía presumiblemente sea otra. Ojala sea así.
Actualmente, como hace mucho no sucedía, el Seleccionado tiene consenso periodístico y las críticas -por ahora- se dicen en voz baja. Habrá que esperar, eso sí, el desarrollo del mundial para confirmar el consenso acumulado hasta el momento o, como suele suceder en los últimos años, espera la condena severa que siempre tienen guardada los apóstoles del exitismo.
P.P.
miércoles, junio 07, 2006
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