lunes, diciembre 12, 2011
ALL BOYS // Claves para un futuro mejor
Terminó el año futbolístico de All Boys con sensaciones variadas. Satisfacción por haber sostenido la categoría, preocupación tras el deslucido comienzo en esta temporada y numerosos ítems a revisar que abarcan al proyecto dirigencial en Primera División, a la vida política de la institución, a las alicaídas divisiones inferiores y a la armonía que demanda el gran desafío del 2012, previo al centenario, relativo a sortear la promoción ya sea jugándola o no. Son las postales salientes finalizado este certamen que All Boys sufrió con creces, entre las cuales también sobresalen otro tipo de imágenes: la de las victorias ante Vélez, San Lorenzo y Argentinos, la del valorable esfuerzo para encauzar el rumbo y acaso la más importante; la de un equipo que concluye su año enfrentando a Boca, en la Bombonera, respaldado por una multitud como ocurre con pocos equipos en ese escenario que, esta vez y acaso de modo inédito, exhibió una sola tribuna repleta en su totalidad, precisamente la visitante.
Así presentado, el balance no deja margen para mayores cuestionamientos y enojos al irrumpir, con fuerza envolvente y seductora, en la Primera A como ámbito que cobija a un club que hace 5 años atrás -sí, un lustro nada más- terminaba la temporada con derrota en Rosario ante uno de los actuales animadores de la Primera C, Central Córdoba (0-2), en otro de los tantos naufragios del Albo en la B Metropolitana. Aquellla formación dirigida por el Coqui Ferraresi alistaba en su plantel a Diego Morales, Ángel Vildozo, Diego Martínez, Fernando Fayart, Darío Stefanatto, Maximiliano Mirabet, Fabián Lazarte, Germán Scamporrino, por citar algunos futbolistas con más o menos incidencia en la institución, protagonistas de una biografía imposible de desconocer como las distancias que van de ayer a hoy. Algo demasiado importante para caer en sentencias despiadadas, olvidos repentinos y obsecuencias que, estáticas e irreflexivas, conducen a fosilizar logros colectivos y generar respuestas condescendientes derivadas del gran anhelo al fin concretado.
Sobre esto último, cabría repensar determinados aspectos de cara a un año, el 2012, donde pasado, presente y futuro imponen condiciones. La principal -da la sensación- es ser consecuente con el histórico estilo de oponer resistencia a las adversidades, motivo por el cual All Boys debe jugar muchísimo mejor que en este Apertura ya concluido. En tal sentido, urge corregir y robustecer, en base a análisis responsables y firmes decisiones, núcleos vitales de un club que vive el mejor momento deportivo de su trayectoria. Y que se ligan con reforzar el plantel, contemplar planes alternativos ante posibles contratiempos, recuperar la mística de conjunto y no perder de vista que un capricho, una errónea determinación, una obstinación prescindente de autocrítica o un gesto altivo cargado de soberbia o intolerancia podría desdibujar sacrificios de años hechos por todos (dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas).
También redefinir áreas claves a fin de afianzar una estructura impermeable a resultados deportivos que, al mismo tiempo, de lugar a reactivar la vida social del club, figuran entre las asignaturas pendientes. Al cabo, ningún éxito es para siempre. Aunque ambos planos, más temprano que tarde y en caso de atenderlos con seriedad y de modo asociado, invitan a pensar en un All Boys vigoroso y cada día más grande, a la altura de los sueños visibles y escondidos que aún anidan entre fuegos nocturnos, cadencias engañosas y símbolos entrañables de un barrio renuente a despojarse de sus miles de historias guardadas, de sus pasiones y de sus luchas, cuando todavía sobrevienen ruidos que retumban en las paredes blancas inoxidables al tiempo y dan testimonio, en su imaginaria movilidad, de una felicidad corta pero intensa. De aquello que amamos de verdad para volverlo a intentar una y otra vez.
En la dicha escurrida y latente está el secreto de este club demasiado atrapante como para olvidarlo, dejarlo ir y decirle, cualquier día de los días, adiós.
P.P.
jueves, diciembre 08, 2011
ALL BOYS // De vuelta en casa
Pasaron casi 6 meses y 8 partidos oficiales del último triunfo de All Boys en el Islas Malvinas, escenario adverso según opiniones rivales y sede donde el cuadro de José Romero produjo un suceso tras su retorno a Primera luego de 30 largos almanaques. Fue el 11 de junio de este año cuando el cuadro de Floresta derrotó a un pavoroso Gimnasia y aseguró, de este modo, su permanencia en la máxima categoría, una fecha antes del epílogo de aquel torneo no exento de emociones y sufrimientos. El gol lo convirtió el actual jugador de San Lorenzo, Emanuel Gigliotti, quien hoy poco o nada recuerda del club que lo proyectó a otro umbral de reconocimiento, ambientado en un clima de extendida euforia al esquivar, finalmente, la promoción y cumplir con el objetivo de seguir en Primera, incluso alimentado con señas postivas que dibujaban un futuro con nuevas sonrisas, nuevos desafíos y nuevas estrategias para corregir determinados aspectos perjudiciales en la temporada 2010/2011.
Promediando el presente Apertura, el jubiló cedió a la preocupación y ciertos cuestionamientos - algunos desmedidos, otros tendientes a revisar errores para mejorar- habida de cuenta de magros resultados, combinados con signos evidentes de impotencia al no haber tomado suficientes recaudos para afrontar, con mayores seguridades, una categoría difícil de la que participan clubes grandes -con sus correspondientes presiones-, entidades que apuestan a la continuidad de sus exitosos proyectos e instituciones con respaldo provincial, algunas de ellas tonificadas tras sus recientes ascensos. El dato elocuente del zigzaguante rendimiento de All Boys se expresaba, justamente, en su sequía de triunfos en condición de local, lo cual interrumpida la perniciosa racha no redime de los problemas mencionados, pero sí constituye un bálsamo y también una alegría mayúscula a raiz de las actuales circunstancias donde predominan ansiedades y acuciantes obligaciones. Ganarle a Argentinos Juniors, en tal sentido, tiene valor porque el cuadro de Romero necesitaba la victoria casi como Hugo Barrientos un descanso, aunque no menos relevante es haber entendido de la importancia de ganar de local, la plataforma principal de cualquier equipo que pretenda sostenerse en la divisional.
También la dimensión del rival reviste especial trascendencia. Con Argentinos existen abismales diferencias manifiestas en títulos, cantidad de temporadas en Primera y hechos relacionados con la fidelidad de los hinchas ante diversas situaciones. Pero la cercanía geográfica, sumada a un fenómeno del momento relativo a propiciar rivalidades en desmedro de nudos históricos, hicieron de este partido un encuentro aparte que, para All Boys, significó volver a imponerse a este adversario en la A y en Floresta después de 35 años. Duelo, aquel de noviembre del 1976, con singulares incidencias: fue la única vez que el Albo le anotó 4 goles en Primera al cuadro de La Paternal y pisó el estadio de All Boys el mismísimo Diego Maradona, suplente del Bicho en ese entonces, reemplazante de Hallar. De ahí que se celebra el triunfo dado que no ocurre con frecuencia y, al mismo tiempo, alarga la nómina de victorias resonantes concretado el ascenso de 2010: solo falta Racing entre los clubes calificados.
Yendo al desempeño del equipo hubo sensibles mejoras con respecto a la concluyente derrota con Estudiantes, fundamentalmente por la vocación ofensiva y la disposición para ir a ganar el partido desde el comienzo. Claves Zapata, Salom y Torassa, se revela imprescindible que Pérez García retorne a su nivel a fin de disponer de más consistencia y tenencia del balón, sobre todo por las dificultades que exhibe All Boys para cerrar los partidos. Prueba de ello fue el penal nuevamente malogrado por Matos que, de ningún modo, justifica las reacciones contra un delantero que honra esta camiseta y ya demostró sobradas condiciones para ser el 9 del Albo. En este momento donde no hay margen para conflictos contraproducentes, contar con Mauro es vital para terminar el torneo de la mejor manera, nada menos que con Boca y en la Bombonera, estación final de una itinerancia llena de sacrificios, renovadas esperanzas y disfrutes que, ojalá, prosigan en los tiempos por venir.
P.P.
sábado, diciembre 03, 2011
ALL BOYS // Detrás de la derrota
Perder contra Estudiantes, comprensiblemente, altera los ánimos y obliga a una reflexión no sometida a eventualidades o transitorios enojos. No solo por el categórico 0-3, por la irregular campaña de los platenses, por la sequía de goles (el último propio fue de Matos contra Independiente), o por las complicaciones que trae aparejada en la asfixiante tabla de los promedios. Más alarmante es la improvisación de este proyecto urdido entre sombras que, tarde o temprano, hace mella en los resultados deportivos y pone en riesgo un logro colectivo forjado con esfuerzo y perseverancia, un triunfo demorado cuyo artífice no fue un acaudalado personaje con ínfulas de ganador ni un entrenador con mágicos poderes. Por el contrario el presente de All Boys tiene raíces más hondas, a veces imperceptibles pero existentes, alusivas a eso que genéricamente se denomina identidad. Y la identidad de All Boys remite a una historia de 98 años donde cuentan desencuentros, hazañas, algún ultraje, resurrecciones y, por encima de todo, la incondicionalidad de un hincha agradecido y exigente.
Desperdiciar esta oportunidad acaso única, en tal sentido, implica no reparar en trazos sustanciosos de esta historiada expresada, por ejemplo, en un club que estuvo 8 años en Primera División, concretado el ascenso de 1972, y los padecimientos posteriores a 1980, cuando concluyó aquel ciclo pródigo. También desestimar la coyuntura, los graves problemas que evidencia este equipo en todas sus líneas, conduce a un conformismo ciego, amén de generar el equívoco de creer en personajes intocables. El intocable, en todo caso, es All Boys. Duelen, por estas razones, que José Romero sufra las consecuencias de errores propios y ajenos (especialmente ajenos) y ciertos análisis de los referentes. "Peor está Tigre", dijo Nicolás Cambiasso, hace un par de meses cuando el cuadro de Floresta jugaba igual o peor que en el presente. De continuar su racha triunfal el equipo de Victoria, convendría no citar más ejemplos de otros, y concentrarse en lo propio.
Aceptado el desafío de revisar internamente qué paso en este torneo, la tarea es ardua y compleja. Trabajar sobre la mentalidad de estos jugadores constituye un aspecto clave, habida de cuenta de las dificultades para ganar y el temor a perder que predomina. Otra cuestión a tener muy en cuenta es la política de compras dado que, en función de la situación actual, no se puede fallar en las zonas vitales a reforzar. Y, desde ya, pensar primero en All Boys antes que en disputas personales, divismos extrapolados de otro ámbito o soberbias cuyas consecuencias perjudican al club y a los mismos implicados. En lo inmediato, sería oportuno y saludable terminar decorosamente el campeonato, con dos encuentros por delante que deberían motivar y, resultado aparte, plausible de sentar las bases de un replanteo en varios estamentos.
lunes, noviembre 28, 2011
ALL BOYS // Otra unidad
De no corregir este relevante ítem, por tanto, All Boys padecerá horrores para sostener la categoría pese a disponer de la ventaja de dividir porcentualmente diferente en la clasificación del descenso -es decir con mejores números en caso de acreditar más victorias que empates- de Arsenal, Racing, San Lorenzo y Tigre, oponentes directos en la disputa por conservar un lugar en la máxima divisional, meta prioritaria de la temporada subestimaciones aparte. En ese panorama con claroscuros, el anteúltimo encuentro del año en el Islas Malvinas presentaba una nueva oportunidad a fin de interrumpir la sequía de triunfos, vital y urgente según los plazos de una temporada que no admite recursivas defecciones, y estímulo importante para un equipo irregular cuya principal virtud, en lo que va del torneo, es suplir sus evidentes carencias con esfuerzo y el aporte responsable de un puñado de jugadores que entendieron el objetivo a cumplir. No alcanza como quedó demostrado tras una nueva igualdad sin goles en el marco de otro partido chato, pero conviene reparar en la dimensión del rival, uno de los dos mejores equipos de los últimos cinco años, espejo en el cual mirarse a la hora de pensar en cómo consolidar un club social en desarrollo y con éxitos deportivos que lo respalden.
De este modo, consumada la igualdad ante Lanús y a la hora del análisis posterior, sería interesante que dirigentes, cuerpo técnico y jugadores se propongan metas más ambiciosas que esperar los declives de Belgrano, Atlético Rafaela o Unión, una suerte de moneda al aire que no debería ser el horizonte único al que tanto aspira el club. Más trascendente, por el contrario, es tomar los buenos ejemplos para intentar mejorar y fortalecer lo propio con una planificación que contemple lo que se hizo mal y repare en un aspecto medular: ninguna estrella prevalece sobre los intereses del club, se llame como se llame. Enseñan bastante, en tal sentido, estos aparentes conflictos de vestuario de la últimas semanas, dado que revelan la importancia de contar con una comisión de fútbol capaz de morigerar los ánimos, veleidades y diferencias, amén de terciar en eventuales problemas que limasen la armonía grupal, factor indispensable para concretar nuevos triunfos y anhelos. Una arista no menor a la hora del balance anual, cuando concluyan los tres complejos partidos que restan.
Sobre el futuro, precisamente, abruman tareas y revisiones. El partido ante Lanús fue otra prueba de que urgen dos refuerzos de cierta jerarquía, fundamentalmente en la zona de gestación del juego ya que de no aparecer Torassa o Pérez García, los dos futbolistas del plantel con mayor capacidad de desequilibrio, All Boys insiste con la fórmula repetida, y generalmente estéril, de los centros buscando a Matos, algún disparo de Juan Pablo Rodríguez de media distancia, alguna esporádica pesquisa en el área y casi nada más. Poco, muy poco, para intentar quebrar la seguidilla de empates y derrotas en Floresta, a lo que se suma el correspondiente impacto psicológico de no poder ganar jugando de local, como bien diagnosticó Pepe Romero. También las evaluaciones antojadizas acerca de las unidades a conseguir, la obsesión en torno de los desempeños de los otros y una insinuada tendencia al conformismo merecen cuanto menos analizarse. Las conclusiones, en caso de producirse este saludable ejercicio, acaso arrojen que hay una ilusión y un trabajo de años en juego.
P.P.
De este modo, consumada la igualdad ante Lanús y a la hora del análisis posterior, sería interesante que dirigentes, cuerpo técnico y jugadores se propongan metas más ambiciosas que esperar los declives de Belgrano, Atlético Rafaela o Unión, una suerte de moneda al aire que no debería ser el horizonte único al que tanto aspira el club. Más trascendente, por el contrario, es tomar los buenos ejemplos para intentar mejorar y fortalecer lo propio con una planificación que contemple lo que se hizo mal y repare en un aspecto medular: ninguna estrella prevalece sobre los intereses del club, se llame como se llame. Enseñan bastante, en tal sentido, estos aparentes conflictos de vestuario de la últimas semanas, dado que revelan la importancia de contar con una comisión de fútbol capaz de morigerar los ánimos, veleidades y diferencias, amén de terciar en eventuales problemas que limasen la armonía grupal, factor indispensable para concretar nuevos triunfos y anhelos. Una arista no menor a la hora del balance anual, cuando concluyan los tres complejos partidos que restan.
Sobre el futuro, precisamente, abruman tareas y revisiones. El partido ante Lanús fue otra prueba de que urgen dos refuerzos de cierta jerarquía, fundamentalmente en la zona de gestación del juego ya que de no aparecer Torassa o Pérez García, los dos futbolistas del plantel con mayor capacidad de desequilibrio, All Boys insiste con la fórmula repetida, y generalmente estéril, de los centros buscando a Matos, algún disparo de Juan Pablo Rodríguez de media distancia, alguna esporádica pesquisa en el área y casi nada más. Poco, muy poco, para intentar quebrar la seguidilla de empates y derrotas en Floresta, a lo que se suma el correspondiente impacto psicológico de no poder ganar jugando de local, como bien diagnosticó Pepe Romero. También las evaluaciones antojadizas acerca de las unidades a conseguir, la obsesión en torno de los desempeños de los otros y una insinuada tendencia al conformismo merecen cuanto menos analizarse. Las conclusiones, en caso de producirse este saludable ejercicio, acaso arrojen que hay una ilusión y un trabajo de años en juego.
P.P.
lunes, noviembre 21, 2011
ALL BOYS // Capitalizar el esfuerzo
Por tercera ocasión en 2 años All Boys consiguió empatar en la provincia de San Juan, esta vez en el marco del primer enfrentamiento en la máxima divisional con San Martín, que dejó conformismo en el resultado a la luz de su incidencia posterior en la tabla de promedios, más allá del partido discreto disputado por ambos equipos. Vale y mucho la igualdad si se considera que enfrente había otro de los tantos rivales directos en la agobiante pelea por mantener la categoría, exigido de sumar la mayor cantidad de puntos conforme pasan las fechas, eventualmente revitalizado hacia el futuro en caso de haber ganado.También deviene meritoria la unidad obtenida por el cuadro de José Romero a raíz de trascendentes circunstancias, ya que a la imprevista lesión de uno de sus mejores jugadores en los últimos encuentros, Agustín Torassa, se agregaron las bajas de Fernando Sánchez y su reemplazante natural, Darío Stefanatto, en pleno desarrollo del encuentro, algo infrecuente y en cierto modo riesgoso al tener que rediseñar, obligadamente, una estrategia con futbolistas no habituados a cumplir determinadas funciones. Semejantes imponderables, matizado de las necesidades ajenas, suponen que la tercera visita de All Boys, en 2011, a la región cuyana deja saldo positivo, más por sus implicancias matemáticas que por el juego.
Como viene sucediendo en este empinado Apertura, en San Juan se vio un capítulo más de lo conocido. Un equipo voluntarioso, por momentos arrebatado aunque decidido, al que le cuesta generar opciones claras de gol y exhibe ciertas dificultades para aprovechar momentos favorables del partido: le pasó con Tigre (aquella situación inmejorable malograda por Bargas), con Olimpo (dos clarísimas en el primer tiempo para aumentar la diferencia, el penal de Matos en la segunda parte), con Independiente (previo al 1-2, Rodríguez falló de frente al arco), y ante San Martín (dispuso de espacios claros para desequilibrar en varios contragolpes). De cualquier manera, proseguir con la enumeración de infortunios no resuelve nada, al cabo los resultados son inmodificables y también cuenta su reverso, es decir aquellos duelos en que All Boys estuvo al borde de la derrota (con Unión y Newell's, por ejemplo, en el epílogo del partido). Pero sí cabría subrayar, teniendo en cuenta que no sobra nada, la importancia de mejorar en eficacia para intentar capitalizar oportunidades más bien escasas. Una tarea posible pensando en las reservas anímicas y la inteligencia de su entrenador y de varios jugadores del plantel, conscientes de los retos por delante y de las responsabilidades de vestir esta camiseta.
Por lo demás, del partido en San Juan se destaca, también, el haber mantenido la valla invicta derivado de una tarea defensiva aceptable -aspecto clave e imposible de desatender-, además de la concentración colectiva y el aliento constante de una hinchada que nuevamente peregrinó miles de kilómetros para acompañar al equipo, reafirmando -incluso- que es de la más convocantes en condición de visitante. Soportes, en definitiva, de este All Boys inestable pero enjundioso, obligado a no ceder en esfuerzos y en intensidad frente a 4 partidos finales de singular relevancia, ya en el ocaso de un año para archivar en los primeros estantes de la historia inacabada de un club que busca, entre dificultades y zizagueos permanentes, consolidar sus progresos deportivos.
P.P.
viernes, noviembre 18, 2011
COPA SUDAMERICANA // Cierre de lujo
Ya en el tramo final de la X edición de la Copa Sudamericana, un torneo que de a poco intenta abrirse paso entre las competencias más importantes de la región después de la atractiva y extinta Supercopa, 4 grandes equipos dirimirán el torneo cuyo interés primordial -da la sensación- se ciñe más a ingresos económicos y proyecciones futuras (ganarla implica acceder a varios torneos: la Libertadores, la Recopa Sudamericana y la Suruga Bank, todas de 2012), que al prestigio en sí mismo, si bien suma y mucho para el historial obtenerla, lo cual no es poco en este tiempo donde abundan reyes de copas, sueños primermundistas y cierto desprecio a la competencia doméstica según la rueda de las prioridades.
Este año sobran condimentos para catalogarla como uno de los mejores torneos desde su aparición en 2002, habida cuenta de la paridad, los valores de conjunto y la trayectoria de los semifinalistas provenientes de 4 países distintos (Brasil, Argentina, Ecuador y Chile), todos justos vencedores cualquiera sea el desarollo en el epílogo, aunque con matices de acuerdo con sus recorridos en el certamen. Por ejemplo, solo la Universidad de Chile y Liga de Quito, dirigidos por los argentinos Jorge Sampaoli y Edgardo Bauza respectivamente, disputaron la primera fase, una carga extra que refuerza sus méritos y posiblemente los tonifique de cara al final en función de los esfuerzos consumados. Repasando: los chilenos derrotaron a Fénix (1ª fase), Nacional (2ª fase), con paliza a Flamengo (octavos de final) y con clara superioridad a Arsenal (cuartos de final); mientras que los ecuatorianos superaron a Yaracuyanos (1ª fase), Trujillanos (2ª fase), Independiente (octavos de final) y Libertad (cuartos de final), ratificando la estirpe copera adquirida en los últimos años.
Curiosidades de estos dos equipos, muchas. Liga es el equipo con más semifinales jugadas en la Sudamericana, ganó una final muy recordada ante Fluminense en 2009 (venció 5 a 1 como local pero sufrió para conseguir al título al perder 3-0 de visitante, en la edición de más goles) y tiene una base de futbolistas que conocen la institución y cuentan con roce internacional como Luis Bolaños, Reasco, Bieler, Guagua Barcos, Araujo, entre otros. Por su parte, los chilenos intentarán arribar a la primera final de su historia despues de las experiencias en 1996 y 2010. Reúnen importantes chances de conquistar su primer torneo continental a partir de una campaña brillante que contabiliza 7 victorias y 1 empate, con 14 goles a favor ( el goleador hasta aquí del torneo es Eduardo Vargas, de la U) y apenas 1 en contra. Extraordinario, ciertamente.
Pero no menos derechos ni legitimidad en caso de ganarla le asisten a Vélez, dignísimo representante argentino que sorteó complicados rivales, entre ellos la Universidad Católica, Santa Fe de Colombia y uno local, Argentinos Juniors, en un tipo de duelo -este último- donde los dos equipos se conocen mucho y no siempre corona al mejor; además de padecer ostensibles bajas durante el receso del torneo, dado que ya no tiene al goleador Silva, al cerebro y organizador Maximiliano Moralez y a quien supo desequilibrar y aportar su talento en momentos oportunos, Ricardo Álvarez. Con la inteligencia de Ricardo Gareca, no obstante, Vélez suplió las ausencias, exhibió momentos de fútbol cohesionado y vistoso (el primer tiempo con los colombianos fue de notable factura) y procurará conseguir el único certamen de cierta relevancia que le falta a sus nutridas vitrinas.
También Vasco da Gama buscará inscribir su nombre por segunda vez en el concierto regional, tras la Libertadores ganada en 1998 sobre Barcelona de Guayaquil, oponente ecuatoriano que podría repetirse si vence a la Universidad de Chile y Liga hace lo propio con Vélez. No dispuso de suerte Vasco para sumar otros torneos internacionales como la Recopa, entre 1999 y 2003 no se desarrolló, o la citada Supercopa de los campeones de América, abortada en 1997. Razón de peso, al cabo, para no desaprovechar la oportunidad, robustecido incluso por un técnico sagaz e intuitivo como Cristian Borges, quien condujo al equipo a los primeros planos en el orden local (va segundo, con chances de ser campeón) y continental.
También se presentan algunas curiosidades en el cuadro de Río de Janeiro, especialmente relativas a los números. En la Sudamericana, por caso, perdió 3 partidos sobre 6, aunque marcó 17 goles, un promedio de 2,5 por partido, cifra que le permitió concretar resultados abrumadores: 8-3 ante Aurora (Bolivia) y 5-2 frente a Universitario (Perú), los dos en condición de local. La estadística particular en la Sudamericana tiene cierto correlato en el torneo local, en el marco de un mar de números llamativos e imposibles de mensurar ya que no responden a una lógica evidente. Por el Brasileirao, recibió apenas 4 tantos en 17 partidos jugando en Río donde ganó todos sus partidos, es el quinto equipo con más goles a favor y recibió varias goleadas: ante el descendido América, Curitiba, Cruzeiro, Botafogo e Inter. Aún con irregularidad, da pelea en ambos frentes debido a un plantel con varias figuras y referentes (Elton, Dedé, Ever, Nilton, Bernardo) y lo dicho: un entrenador que supo apuntalar futbolísticamente a una de las instituciones prestigiosas de Brasil.
El panorama, de este modo, ofrece un cierre de lujo, contrariamente a lo sucedido en la última edición. La calidad de los contendientes, sus deseos e inevitables presiones, más destellos o fuertes reminiscencias de viejos duelos coperos tornan imprescindible observarlo, cuando se apaga un año de sorpresas, ardores y los clásicos alborotos en esta parte del Sur..
P.P
domingo, noviembre 13, 2011
ALL BOYS // Fondos de una historia
Después de muy seguidos desencantos, errores de base para repasar en un futuro cercano y buena dosis de mala fortuna, All Boys consiguió uno de esos triunfos vitales según su oscilante actualidad, con ribetes históricos incluso. Nunca, en sus 98 años de trayectoria, el cuadro de Floresta le había ganado a San Lorenzo, de visitante. Y hablamos de unos de los grandes del fútbol argentino, 10 veces campeón en la máxima categoría, cuyo presente dista de ser el ideal aunque, justamente por esa razón expresada en impensados padecimientos con la mentada tabla de promedios, tornaba complicada, muy complicada, la excursión al Bajo Flores. De ahí que se valora y se celebra con creces la victoria, en un escenario hostil y ante un competidor directo, si bien no menos trascendente son sus derivaciones biográficas, contextuales y anímicas.
Hace poco más de 4 años, por ejemplo, ganarle en la B Metro a Tristán Suárez, en Ezeiza, figuraba como logro sustantivo, no para promover euforias desmedidas, pero sí contaba en el rubro de triunfos meritorios a fin de escapar de esa categoría terrible. Parece oportuno recordarlo cuando All Boys concreta sucesos de este tipo, impermeable al paso del tiempo pase lo que pase. Pensemos que desde el retorno a Primera tras 30 años, se le ganó a River (2 veces), Boca, Independiente y ahora San Lorenzo; la estadística con Vélez deviene favorable (a diferencia de Nueva Chicago con el club de Villa Luro) y apenas restan dos asignaturas pendientes, sensibles para los hinchas y ojalá para los jugadores, en un ajustado repaso sobre las diferencias que van desde el lejano 2007 hasta hoy: Argentinos Juniors y Racing. Por eso lo sucedido en Bajo Flores no solo parecería reunir valor por una transitoria salida de los puestos de promoción, sino también debido a sus efectos, a lo perdurable, a aquello que los hinchas de All Boys tendrán para relatar, entre orgullos y segmentos de una memoria nítida y palpable, cuando el éxito, siempre circunstancial, atenúe sus luces. San Lorenzo, entonces, ya ha registrado en su propia casa de la impronta barrial, del corazón curtido en esperas y de la fidelidad de la hinchada de este club, protagonista en esta victoria con su constante aliento pese al 16mo sexto lugar en la tabla, testigo privilegiado de otra victoria para evocar ver una y mil veces.
En ese marco, sin dudas, el equipo de Romero edificó una de sus mejores producciones del torneo, sobre todo en el segundo tiempo, más allá del comienzo dubitativo y la fortuna que, esta vez, jugó a favor en los primeros minutos de la etapa inicial. Respaldado por algunos de sus hombres experimentados (Cambiasso, Juan Pablo Rodríguez y Hugo Barrientos), y las buenas prestaciones de Coronel y el insustituible Torassa, el cuadro de Floresta aprovechó el nerviosismo de un rival visiblemente afectado por conflictos de diversa índole, algo que de ningún modo conspira con la inteligencia y la solidaridad colectiva con la que All Boys encaró un encuentro especial. Entre otras cosas, y al margen del porte del adversario, porque se necesitaba recuperar la confianza, clave en ese campeonato aparte que disputa el club, y nada menos que en un duelo signado por la incertidumbre y la contigencia, a raíz de presagios no del todo alentadores por variados motivos: lesiones, plantel estrecho, falta de contundencia, cierto retroceso físico, presiones en el rival que, muchas veces, perjudican más al supuestamente favorecido que al presionado. No sintió el entorno adverso All Boys para acreditar su tercer triunfo en el Clausura, todos en condición de visitante, lo cual demandaría un estudio en detalle relativo a esa estadística y obliga, eso sí, a mejorar la cosecha de puntos como local, indispensable de acuerdo con los empinados retos por delante.
La unidad de todos, en ese sentido y sin postular un enunciado vacío, resulta de suma importancia. Un ejemplo; en pleno embate de San Lorenzo por conseguir la igualdad y retirado Barrientos del campo de juego por orden del árbitro al extraviar una de sus canilleras, rápidamente Pérez García -asiduo titular; ante el cuadro del Bajo Flores estuvo en el banco- socorrió al cinco de All Boys y evitó que el equipo quedara con diez hombres en un instante decisivo. Son pequeños gestos, imperceptibles a veces, pero valiosos dado que revelan el compromiso grupal y la humildad de saber priorizar el conjunto por encima de los intereses personales, a tono con el perfil de un entrenador que no declara en primera persona ni se desvive por las cámaras ni monta un show donde su figura, sobredimensionado el rol del entrenador, opaca al resto.
De eso tal vez se trata, de aunar esfuerzos en un momento complejo, de conservar las raíces, de exigir lo exigible y de autoimponerse la crítica cualquiera sea el resultado. La tarea comprende a dirigentes, jugadores, cuerpo técnico e hinchas, muchos de ellos conscientes de que los logros no surgen de un conductor iluminado y con poder, ni de las bondades de la casualidad. Si algo define a All Boys, entre diferentes cosas donde cuentan sinsabores y alegrías deportivas, es el fuerte apego con una historia que comenzó en 1913 desde el encuentro y el anonimato. Es decir las bases sobre las cuales se consiguen éxitos y reconocimientos, como este ante San Lorenzo, triunfo definitivamente incluido en algún relato futuro que, es de esperar, un albo pronunciará o escribirá con alegría y esa indimisulable emoción de describirlo real. Demasiado real.
P.P.
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