lunes, diciembre 12, 2011

ALL BOYS // Claves para un futuro mejor



Terminó el año futbolístico de All Boys con sensaciones variadas. Satisfacción por haber sostenido la categoría, preocupación  tras el deslucido comienzo en esta temporada y numerosos ítems a revisar que abarcan al proyecto dirigencial en Primera División, a la vida política de la institución, a las alicaídas divisiones inferiores y a la armonía que demanda el gran desafío del 2012, previo al centenario, relativo a sortear la promoción ya sea jugándola o no. Son las postales salientes finalizado este certamen que All Boys sufrió con creces, entre las cuales también sobresalen otro tipo de imágenes: la de las victorias ante Vélez, San Lorenzo y Argentinos, la del valorable esfuerzo para encauzar el rumbo y acaso la más importante; la de un equipo que concluye su año enfrentando a Boca, en la Bombonera, respaldado por una multitud como ocurre con pocos equipos en ese escenario que, esta vez y acaso de modo inédito, exhibió una sola tribuna repleta en su totalidad, precisamente la visitante.

Así presentado, el balance no deja margen para mayores cuestionamientos y enojos al irrumpir, con fuerza envolvente y seductora, en la Primera A como ámbito que cobija a un club que hace 5 años atrás -sí, un lustro nada más- terminaba la temporada con derrota en Rosario ante uno de los actuales animadores de la Primera C, Central Córdoba (0-2), en otro de los tantos naufragios del Albo en  la B Metropolitana. Aquellla formación dirigida por el Coqui Ferraresi alistaba en su plantel a Diego Morales, Ángel Vildozo, Diego Martínez, Fernando Fayart, Darío Stefanatto, Maximiliano Mirabet, Fabián Lazarte, Germán Scamporrino, por citar algunos futbolistas con más o menos incidencia en la institución, protagonistas de una biografía imposible de desconocer como las distancias que van de ayer a hoy. Algo demasiado importante para caer en sentencias despiadadas, olvidos repentinos y obsecuencias que, estáticas e irreflexivas, conducen a fosilizar logros colectivos y generar respuestas condescendientes derivadas del gran anhelo al fin concretado.

Sobre esto último, cabría repensar determinados aspectos de cara a un año, el 2012, donde pasado, presente y futuro imponen condiciones. La principal -da la sensación- es ser consecuente con el histórico estilo de oponer resistencia a las adversidades, motivo por el cual All Boys debe jugar muchísimo mejor que en este Apertura ya concluido. En tal sentido, urge corregir y robustecer, en base a análisis responsables y firmes decisiones, núcleos vitales de un club que vive el mejor momento deportivo de su trayectoria. Y que se ligan con reforzar el plantel, contemplar planes alternativos ante posibles contratiempos, recuperar la mística de conjunto y no perder de vista que un capricho, una errónea determinación, una obstinación prescindente de autocrítica o un gesto altivo cargado de soberbia o intolerancia podría desdibujar sacrificios de años hechos por todos (dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas).   

También redefinir áreas claves a fin de afianzar una estructura impermeable a resultados deportivos que, al mismo tiempo, de lugar a reactivar la vida social del club, figuran entre las asignaturas pendientes. Al cabo, ningún éxito es para siempre. Aunque ambos planos, más temprano que tarde y en caso de atenderlos con seriedad y de modo asociado, invitan a pensar en un All Boys vigoroso y cada día más grande, a la altura de los sueños visibles y escondidos que aún anidan entre fuegos nocturnos, cadencias engañosas y símbolos entrañables de un barrio renuente a despojarse de sus miles de historias guardadas, de sus pasiones y de sus luchas, cuando todavía sobrevienen ruidos que retumban en las paredes blancas inoxidables al tiempo y dan testimonio, en su imaginaria movilidad, de una felicidad corta pero intensa. De aquello que amamos de verdad para volverlo a intentar una y otra vez.

En la dicha escurrida y latente está el secreto de este club demasiado atrapante como para olvidarlo, dejarlo ir y decirle, cualquier día de los días, adiós.
     

P.P.

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