Después del fallido y breve ciclo de Sergio Batista, entrenador sin pergaminos que avalaran su apresurada designación, la asunción de Alejandro Sabella como entrenador del Seleccionado constituye una señal auspiciosa para un equipo que acumula casi dos décadas sin triunfos de relieve y numerosos conflictos y problemas en distintos órdenes. Sin ir más lejos, buena parte de esos problemas radican en la falta de un proyecto serio, consistente y no corroído por los resultados inmediatos, cuyos rasgos más notorios se expresan tanto en los cortocircuitos internos generados ante cada traspié, como en la extensa nómina de entrenadores que desfilaron por el cargo en un lapso corto, todos ellos con marcadas diferencias en cuanto a los métodos de trabajo y la aplicación de tácticas y esquemas de juego.
Dos casos, entre muchos otros, signan la política errática de la AFA en estos años: por un lado, interrumpir el exitoso trabajo de José Pekerman y Hugo Tocalli al frente de los juveniles, en 2007, por otro, obturar el ciclo de Diego Maradona con los mayores teniendo en cuenta el destrato para un símbolo de la Selección, los números de su cortísima gestión (finalizó 5ª en Sudáfrica 2010, la mejor ubicación en 20 años) y los indicios de ir perfilando un estilo asentado en la mística de conjunto.En ese panorama, y descartado una vez más Carlos Bianchi -el nombre con más consenso entre los hinchas-, la elección de Sabella suena sensata no solo por sus recientes y resonantes logros en Estudiantes de la Plata, sino también debido a las premisas con las que parecería encarar este delicado momento de la Selección , entre ellas conceptos claros con miras a armar un equipo de jerarquía capaz de sortear exigentes desafíos (clasificar al Mundial de Brasil), y definir una identidad futbolística sustentada en un sólido funcionamiento colectivo, luego de variadas improvisaciones y mezquindades. Así lo señaló Sabella en sus primeras apariciones públicas como conductor del Seleccionado. «El fútbol es un deporte de conjunto en el que juegan sólo 11 . Hay que armar un estilo de juego, una manera de jugar, y también analizar cómo afrontar cada partido. Tenemos que ser generosos porque algunos jugarán más y otros menos, pero la Selección está por encima de cada uno de nosotros».
Habrá que ver si el mensaje, muy saludable por cierto, consigue persuadir a todos de revalidar el prestigio con humildad, esfuerzos repartidos y las convicciones de la vieja escuela, atributos que el fútbol argentino parecería haber extraviado.
Pablo Provitilo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario