jueves, febrero 24, 2011

RACING // Renacer desde el alma


Parecía que este era el año de Racing después de batallar contra pésimas administraciones y gerenciamientos que engendraron quiebras, recursivas malas campañas, deterioro institucional, inminente descenso. Fueron tiempos de sosiego y movilizaciones multitudinarias, de desencantos y desconciertos. Con la llegada de Roberto Molina, presidente desde de 2008, las cosas comenzaron a cambiar. Por un lado, mediante la reactivación de la vida social del club en todos sus órdenes, basta observar algunos logros visibles como el crecimiento exponencial de la matrícula de asociados (hoy asciende a 38.000), las remodelaciones de las sedes de Avellaneda y Villa del Parque -un lujo, ciertamente-, del predio Tita Matiussi y, sobre todo, de su cancha. Hoy el Estadio Perón recuperó el estilo y la orientación arquitectónica que lo convirtió en el mítico Cilindro, esa gran contrucción de cemento inaugurada durante el primer peronismo, además de ofrecer otras comodidades a los socios e hinchas y exhibir poderosos símbolos en los alrededores del estadio, por ejemplo las láminas en tamaño gigante de viejas glorias del club ubicadas en una oficina cercana al ingreso del público local, entre las que sobresalen las figuras de Ruben Paz, Roberto Perfumo, el Chango Cárdenas, Alfio Basile y Humberto Maschio.

También, y en sintonía con las transformaciones en el plano institucional, lentamente Racing fue afirmándose en el aspecto futbolístico, no sin contratiempos desde luego, pero con la convicción de apostar a un proyecto, de definir un rumbo cuyo bordado, en primera instancia, apuntó a atenuar constantes padecimientos. La salida del técnico Carusso Lombardi, hombre indicado para enfrentar los desafíos de una etapa compleja dado el raquítico promedio de La Academia, generó profusos debates en la comisión directiva, al punto de que surgieron nombres de perfil distinto al de Carusso, con convicciones y conceptos claros, ambiciosos para un ciclo ambicioso. No lo acompañó la suerte a Claudio Vivas, técnico capacitado en esa escuela futbolística llamada Marcelo Bielsa. Sin embargo su sucesor, Miguel Ángel Russo, fue moldeando un equipo criterioso, a veces excedido en planteos conservadores, es cierto, aunque con una línea de juego definida que trajo aire en los promedios, mejores prestaciones en el juego y aspiraciones acordes con la grandeza del club. Debería valorarlo el hincha, quien masticó -con razón- toda su bronca y toda su impotencia en el encuentro ante Boca al observar a un equipo abatido futbolística y anímicamente tras la seria lesión de Gio Moreno, la esperanza tendiente a acreditar una nueva estrella después de una década de ignominia. Pero hay plantel y, esta vez, Racing cuenta con núcleos fuertes dentro de la entidad para superar otro escollo de su desvaída trayectoria en los últimos años.

Concluidos los lamentos por la ausencia del crack, quizás haya que mirar este recorrido, auspicioso recorrido, que comenzó en 2008 donde La Academia recuperó identidad, estirpe, ilusiones y cierta calma en los promedios y en el plano interno, si se toma en cuenta que la unidad reinante en el club se expresa en la ausencia de barras disputando un botín o en el clima político ya que, recordemos, a fin de año hay elecciones y se descuenta el triunfo del oficialismo, ahora con nuevos actores de otras agrupaciones en puestos de gestión.

Así, conviene mirar la mitad llena del vaso, especialmente por los comentarios  tribuneros post-derrota con Boca. "Esto va a ser así todo el campeonato",  "no tenemos nada" y frases de ese tipo. Contra Boca faltaron Gio pero también Toranzo, Yacob y un sustituto a tener en cuenta como el pibe Fariña. Ausencias para no desanimarse ni espetar juicios categóricos, si bien desde aquí se describieron los infortunios que persiguen a Racing. Que no serán ni el primero ni el último aunque algo sí parece seguro: la historia de La Academia está llena de renacimientos, de epopeyas impensadas y de gritos atronadores desde lo profundo del alma, razones suficientes para seguir alentando y creyendo. Más en un tiempo que está lejos, muy lejos, de los días de persistente infelicidad.

P.P.

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