A los ciclos exitosos, generalmente, les suceden momentos de confusión, de dudas, de retrocesos y de profundas turbulencias ante un reto mayúsculo: sostener ese período de gracia en base a nuevos triunfos, sin tiempo para repensar errores ni defecciones sucesivas que socaven años de esfuerzos frente al sueño por fin consumado. Caídas las certezas, disipados los reaseguros de saberse perdurables en la armonía y la calma, cuesta enfrentar las contingencias y las incertidumbres por delante, en cualquier ámbito, lo cual es lógico si bien demanda un esfuerzo, algo del orden de la voluntad, para asimilarlas apartados de la resignación o la quietud.
Para sorpresa de muchos, All Boys concretó una hazaña que, da la sensación, todavía resuena en varios planos dada su magnitud. Y se vislumbra en los gestos de sus hinchas a partir de las reacciones dispares que suscita el discreto desempeño del cuadro de Floresta en este torneo: mientras algunos exigen más de lo esperable y esbozan cambios de jugadores con apresuramiento y atendibles razones, otros repasan la trayectoria del club, la estada prolongada en los contornos derruidos del ascenso. Respuestas comprensibles que nos abarcan a todos, cabe aclarar, y que indicaría lo difícil de absorber cambios bruscos en un lapso breve, de revalidar triunfos en la era de la urgencia y, lo dicho, de aceptar que nadie tiene el futuro comprado, se llame Boca, River o All Boys. Por eso, aceptado que esas reacciones disímiles de los hinchas parten del amor genuino por la institución, acaso conviene ser prudentes y no enmarañarse en disputas internas pensando que los logros conseguidos, el presente anhelado en Primera, la visibilidad repentina de estos días para quienes jamás supieron de la impronta de este club, nacieron del impulso y de los deseos colectivos de un barrio pasional, arrojado, solidario y unido para pelear por una diversidad de causas, entre ellas la de su club emblema.
De cualquier modo, resulta imposible abstraerse del presente del cuadro de José Romero y no sentir impaciencia. No solo por otra actuación descolorida en el torneo, en este caso ante otro rival directo como Unión, sino por las cada vez más notorias fallas en la planificación, expresadas en un plantel limitado y de relativa jerarquía, acompañado de un discurso oficial que no ejercita la autocrítica, arrumbado en sus aciertos -que los tuvo y muchos- pero insuficiente teniendo en cuenta -como ya se dijo- este momento ideal, acaso único, de fortalecerse institucional y deportivamente en Primera División. No parece ser éste, por tanto, el momento de hacer la plancha, hay razón de sobra para estar alertas y exigir replanteos y soluciones desde el principal soporte que tiene All Boys: su gente. Lejos de resignarse, en estos días inciertos, la experiencia ha dado de muestras de la tenacidad de hinchas y socios para revertir y corregir lo que está mal, ya sin garantías, con o sin billetera, ojalá conscientes de que la participación es el arma principal de los clubes que proyectan un futuro mejor.
En la asamblea de socios del próximo 30 de octubre, por tanto, hay una cita.
P.P.
P.P.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario