martes, julio 05, 2011

COPA AMÉRICA // Un posible nuevo escenario



Finalizada la primera fecha de la Copa América, el balance parcial arroja partidos discretos, abundancia de empates (cuatro sobre 6 encuentros), escasos goles (ocho en seis partidos) y marcado desinterés en el área metropolitana de nuestro país. Se supone que, conforme avance el torneo, irá mejorando el nivel de juego y creciendo la expectativa del público en un certamen que -da la sensación- sigue sin dar un salto cualitativo en materia organizativa y de prioridades en el calendario futbolístico, en relación con otras competencias: la Copa África o la Eurocopa, por ejemplo, incluso la Copa de Oro -Concacaf- motivó que varios equipos no trajeran lo mejor.Excepciones existen, desde luego, basta recordar la última Copa América de Venezuela, en 2007, con estadios imponentes y selecciones que le dieron brillo a aquella edición ganada por Brasil tras superar con contundencia a Argentina. Pero la tendencia persiste: la Copa América, hoy, parece más un banco de pruebas que un campeonato que reporta prestigio en sí mismo, lo cual suscitaría indagar acerca de las causas. Una de ellas, por qué no, podría tener que ver con las valoraciones propias y la creencia, muy arraigada sobre todo en Argentina, de que ganar el mundial es la meta, razón por la cual habría un constante volver a empezar con miras a un futuro siempre lejano.

De cualquiera manera, cada certamen donde se miden naciones con historia en este deporte permite sacar conclusiones sobre el nivel actual del fútbol sudamericano y sus perspectivas de cara a lo que para todos será el principal foco atención y único destino posible para evaluar un ciclo de 4 años, estar en la Copa del Mundo 2014, certamen en el cual la región intentará empardar en títulos la ventaja que sacó Europa en Sudáfrica 2010 (10 títulos contra 9). Entre esas conclusiones, muy provisorias teniendo en cuenta que no transcurrió ni un 20 por ciento del torneo, cabe señalar que sorprende la paridad imperante, tras las presentaciones de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, los cuatro candidatos a priori, quienes no pudieron ganarles a rivales que no estuvieron en Sudáfrica 2010. Una mejor impresión dejó Chile, otro de aceptable desempeño en la última Copa del Mundo, si bien enfrentó a un seleccionado en proceso de renovación, disminuido de acuerdo con los nombres que trajo. Esta situación pareja, acaso tiene cierto asidero en el hecho de que países como Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela vislumbran en el torneo una posibilidad para recuperar posiciones, además de que seguramente comenzaron antes su proceso al no haber participado del mundial.




Pero también cabe ensayar una hipótesis, más de política deportiva si se quiere, pensando en los casos de Venezuela y Bolivia, dos países donde el fútbol no es indiferente para sus gobiernos actuales, fundamentalemente en lo que refiere al rol del Estado y su incidencia para apuntalar este deporte. Lo de Perú, si bien obedecería a otras causas, también se inscribe entre las naciones que pretenden disputarle un lugar a los grandes, en base a un proyecto integral que logró llegarle al público, muy identificado hoy con su selección. Ecuador viene mostrando otra cara desde hace años: clasificó a los mundiales 2002 y 2006, quedó cerca en 2010 y tiene a un representante poderoso a nivel clubes como no ocurríó nunca en su historia ¿Razones? La apuesta a defender un estilo, algo que Argentina -por caso- genera debates, internas, y dislates como los de su actual entrenador, que busca copiar modelos antes que definir uno propio.

Las novedades prematuras, entonces, las entregaron Bolivia, Venezuela y Perú, en el marco de un certamen donde da la sensación de que se no producirán grandes goleadas ni habra mayores diferencias entre unos y otros, una variable constante en épocas pasadas. Probablemente llegarán a las instancias decisivas los favoritos, como suele ocurrir, pero se advierte que podría haber sorpresas, inaugurando un posible nuevo escenario en el continente. De producirse volverán los análisis conocidos en frases del tipo "se niveló todo para abajo", "la mediocridad, denominador común", entre otros. El nivel de los partidos hasta aquí les permite esbozar esas conjeturas. Sin embargo, y como se dijo respecto del fútbol local, la paridad es parte sustancial de este juego, porque los que ganan siempre, la previsibilidad de los desarrollos de los encuentros, a la larga conspiran contra la incertidumbre y los atractivos de ver una película cuyo final se desconoce. Más aún: esa presunta mediocridad expresada en equipos que nivelan los partidos con las selecciones poderosas del continente, tal  vez es una condición ineludible para acortar la brecha y observar, con el tiempo, una competencia de jerarquía producto de los progresos no solo de los países que hoy están un escalón por debajo de los más fuertes sino también de éstos mismos, conscientes de que deberán mejorar para superar a adversarios consistentes y con proyectos serios que los soportan.

Son notas provisorias, como se dijo, de un torneo que algunos minimizan (Argentina porque apunta al mundial, Brasil por su prioridad de obtener la medalla olimpica que le falta en sus nutridas vitrinas) y otros lo toman con responsabilidad dado que les abre, nada menos, que una valiosa oportunidad para recuperar protagonismo e intentar imponer y mostrar su fútbol basado en ideas y estilos, igual o más respetables que los demás según las cotizaciones de sus planteles y el patriotismo que exudan.

P.P.

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